La Bodega Jerezana es un restaurante de siempre a pie de playa de Valdelagrana en El Puerto de Santa María (Cádiz). Un local señero que lleva abierto desde 1982 pero que en los últimos años ha mejorado sus prestaciones convirtiéndose en uno de esos comedores que aúnan gastronomía e instalaciones. Ni que decir tiene que su ubicación es excelente, con una terraza con vistas al mar y una sala interior con mesas y sillas cómodas, mantel de hilo y cubertería y vajilla cuidada. Buena parte de culpa la tiene su gerente Ismael García (hijo de los fundadores) que ha apostado por el chef Alejandro Sánchez, con experiencia en El Celler de Can Roca y segundo jefe de cocina en A Poniente, que ha conseguido unir tradición y modernidad en sus propuestas culinarias. Además cuenta con un servicio esmerado en mesa, lo que hace normal que incluso la Reina Sofía visitara la Bodega Jerezana en una de sus últimas visitas a Cádiz.
Sobre la comida destaca la presentación de los platos, combinando texturas y sabores como es el caso de una comida que tuvimos hace poco donde presentaban un atractivo menú degustación. A destacar su capacidad resolutiva pues uno de los comensales era celíaco e intolerante a la lactosa y pudieron confeccionar un menú igual de bueno que el que probamos el resto.
Tras dar buena cuenta de un buen Tio Pepe, clásico fino de González Byass, ya en mesa nos dieron a probar unas patatas aliñadas, con un toque de pimiento crudo en modo patatas camperas.
Muy buenas y que dejó paso a un estupendo bombón de foie rodeado de una compota de fresa, presentado como un trampantojo en forma de la roja fruta. El interior era sublime y delicado. Muy rico, ayudado por el maridaje con un vino blanco monovarietal de verdejo.
Y tras ello un clásico de la Bodega Jerezana como es el tartar (que normalmente suelen bordar). En este caso era uno de gambas, acompañado de huevas de tobiko sobre un fondo con un curioso ajo blanco de coco y manzana y del que nada malo se puede decir con el marisco dominando el plato y el aporte fresco de su curiosa versión del plato malagueño.
Y siguiendo con los crudos o semicrudos llegaba ante nuestros ojos un sabroso tataki de atún rojo presentado sobre una cama con una crema tibia de apionabo que al igual que el anterior, destacaba el sabor del túnido sobre la sopa.
Quizás el más flojo del ágape fue el lomo de lenguado a la brasa, gambas y su bilbaína ya que la cubierta con la salsa resultaba empalagosa, algo ácida y oscurecía al pescado.
No es que estuviese malo pero nos gustaron más el resto y el siguiente con una presa ibérica confitada con crema de patata monalisa y una genial salsa trufada. Punto de carne perfecto, de calidad como el resto de los alimentos y con la salsa integrada a la perfección.
Además ayudaba el maridaje con un Rioja de garantías como es el Azpilicueta Origen.
Como postre otro trampantojo pues en forma de colorido huevo, al estilo de los de dragón de “Juego de tronos”, llevaba en su interior una mouse de frutade la pasión y mango y con el aderezo de una teja como compañía. Nos gusto aunque resultaba algo ácido para quien prefiera los sabores más dulces.
Como no es nuestro caso nos colmó una comida que demuestra que el buen hacer de la Bodega Jerezana no es casualidad y que ha llevado a que no hace mucho hayan abierto en Jerez de la Frontera el Quorum, con una carta similar.
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