En los momentos de la más profunda oscuridad, el manto de negritud se resquebrajaba bajo los sonidos simples del rock and roll. Tan sencillo como un ladrillo, tan fiel a los orígenes de nuestro rollo, ese ritmo mandó la luz y la energía que necesitaba para transitar mi camino de espinas. Si en los inicios me divertía con el ritmo, con el paso de los años entendí el asunto desde la dimensión sanadora que los riffs me pudieron otorgar. Sí, el rock and roll es diversión al fin y al cabo. Pero si por el camino salva tu vida y te otorga sanidad mental, el círculo se completa.
Rose Tattoo es parte de ese proceso de sanación en mi vida. Han sido fundamentales para lograr mi equilibrio en medio de máquinas purificadoras de sangre, puntos, órganos foráneos, células rebeldes y un cerebro que predecía la más oscura de las noches eternas. Sin duda siguen funcionando como generador de endorfinas. Así que no fue difícil para mi decidir ir a verlos cuando anunciaron su visita a la ciudad de Oslo en el año 2020.
La pandemia pospuso el encuentro dos años pero no lo canceló. Aún así, aunque los momentos a veces se pueden aplazar, hay veces que ya es ya, y los 74 años de Angry Anderson me hacen pensar en eso.
Desde Australia llegaron los Rose Tattoo acompañados por «The Poor», banda que en sus inicios en los 80 se hacían llamar The Poor Boys. Un grupo con historia dentro y fuera de sus fronteras, con algún éxito en las listas estadounidenses («More Wine Waiter Please») y giras en USA con Scorpions y AC/DC. Una banda con momentos de ida y venidas y con la esperanza renovada por ser escuchados entre aquellos que no los esperaban.
Wikipedia dice que esta gente han tocado por Europa aunque su vocalista Anthony «Skenie» Skene nos comentó que era la primera vez de la banda en el viejo continente. Con la emoción de quienes quieren impresionar, el grupo se paró ante un poco nutrido grupo de personas. La idea era apalizarnos con su versión australiana de poderoso rock and roll, a medio camino del sleaze, su chispa de metal y mucha actitud. Empezaron bien y terminaron mejor. El vocalista y por momentos guitarra rítmica, fue como un huracán que no paró de saltar y girar sobre si mismo. Skenie fue un tornado con la voz agotada, gastada, asumo que por dar 10 conciertos en 12 días, repartidos en 5 países. El otro flash que nos encandiló fue su guitarrista Dan Cox, un guitar hero tanto en actitud como desempeño.
Para los habitantes de Oslo la espera por Rose Tattoo ha durado 15 años, cuando en el 2007 vinieron a presentar su último disco «Blood Brothers». Tengo que decir que para mi ha sido algo más de tiempo. He dado vueltas en mi vida y en ninguna se me habían cruzado las huestes de Angry Anderson. Así que no había ninguna expectativa, más allá de la de disfrutar y agradecer a la vida por los favores recibidos.
Angry Anderson es todo un personaje y desde su aparición en el escenario así quedó demostrado. Con una actitud destroyer total a sus 74 años, te das cuenta que no hay nada impostado. Con su botella de whisky en mano, desde el inicio interpretó el papel que cada canción le otorgaba a través del mensaje inscrito en sus letras. Sus recursos como actor y la eternidad de su vida en las tablas compensaba la energía de años pasados. Tengo que reconocer que sentí congoja al ver su interpretación con tono comprensivo y algo tierna al cantar «It’s Gonna Work Itself Out»:
«Sé que hay momentos en los que te sientes mal,
piensas que nunca tendrás un descanso,
pero si te dejas dominar por estas depresiones,
estarás cometiendo un gran error.»
«Se resolverá solo, se resolverá solo
Si vives con dudas, mejor empieza a creer
que va a resolverse solo»
«Y con un poco de trabajo duro y determinación
Sabes que vas a salir adelante
Así que no pidas nada, no mires a nadie
El futuro es todo, depende de ti»
«Se resolverá solo, se resolverá solo
se resolverá solo»
Angry Anderson era el centro de atención. Sin duda alguna. Pero venía con un bandón. Al bajo un incombustible Mark Evans, que al decir su nombre retumba «Let There Be Rock» por todos lados. Este señor, además de tocar con AC/DC y grabar discos tan emblemáticos como «TNT», «Dirty Deeds Done Dirt Cheap» «High Voltage» y el antes nombrado, también ha estado con Dave Tice, vocalista de Buffalo, entre otros. Casi nada. En una de las guitarras el señor Bob Spencer nos recuerda que en los ochenta formó parte de «The Angels», también conocidos como «Angel City», una agrupación que ha sido nombrada como influencia por Guns N’Roses o Pearl Jam, entre otras. En la batería Paul DeMarco, activo con el grupo desde 1991, con parón obligatorio del 2016 al 2021 por condena por tráfico de armas.
Con la experiencia por bandera y con un repertorio envidiable en su estilo, Rose Tattoo me sorprendieron realmente por su interpretación de esos clásicos. Retomando las viejas costumbres de sus inicios en Australia, la banda tuvo una actitud jamming que no me esperaba. Pensaba que me conseguiría a una banda directa, que interpretaría al pelo las canciones, sin concesiones y así fue por momentos. Esta vuelta a los orígenes nos recuerda que lo que hacen los australianos nace del blues y del puro y duro rock and roll. De las raíces del rollo.
Con un repertorio basado en su disco «Blood Brothers» (2007), fue con los clásicos donde le vimos más el ánimo explorador, al estilo de lo que hicieron en las regrabaciones del disco «Outlaws» (2020). Fundieron «We Can’t Be Beaten» con «Bad Boy For Love» e hicieron un extenso «Nice Boys» con el vocalista de The Poor en escena, más contento que niño comiendo arena en la playa. Hubo grandes momentos, como el contrapunteo entre Bob Spencer y Mick Arnold (slide guitar) y los relatos de Angry Anderson justo antes de cada tema.
Sin embargo, el gran momento fue el concierto en su conjunto, con sus ajustes en la forma de cantar los temas, con la capacidad de improvisar por el camino y alargar el momento lo que fuera necesario.
Suena el último tema «Nice Boys». Angry Anderson, entre agotado y feliz y con el efecto del alcohol haciendo ya su daño, se despide de la audiencia con la mano en su corazón. De banda sonora de despedida, el grupo sigue en plena descarga buscando finalizar el gran subidón de final de concierto. Angry no espera. Ya terminó su faena. En el instante que posa su mano en el pasamanos de la escalera que lo llevará por detrás del escenario al merecido descanso, se transforma en un anciano, en un agotado señor de las 7 décadas. Es increíble ver como el rock and roll insufla vida. Angry es la prueba. Al igual que yo.
Setlist
01 Out Of This Place
02 Scarred for Life
03 Rock’N’Roll is King
04 Black Eyed Bruiser
05 Creeper
06 Juice on the Loose
07 Sidewalk Sally
08 It’s Gonna Work Itself Out
09 Sweet Love (Rock’N’Roll)
10 Nothing to Lose
11 Once in a Lifetime
12 Man About Town
13 We Can’t Be Beaten/ Bad Boy for Love
14 1854
15 Rock’N’Roll Outlaw
Bis
16 Nice Boys
Rose Tattoo son
Angry Anderson – voz
Mark Evans – bajo
Bob Spencer – guitarra
Mick Arnold – slide guitar
Paul DeMarco – batería
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