Este tercer día del Mad Cool empezó con la mala noticia de que Black Pumas se habían caído del cartel. Ello provocó que IAMDDB se trasladara del escenario 3 (Región de Madrid) al escenario principal. Con un sol de justicia y acompañada únicamente por una DJ, IAMDDB hizo bailar al personal a base de de su peculiar fusión de hip hop, trap y Jazz.
Era del turno de presencia el directo de Jaime Cullum en el escenario 3. La inclusión de Cullum en el Mad Cool fue todo un acierto, entre tanto rockero y tanto moderno no viene nada mal un poco de la elegante música de este rebelde del Jazz. Vamos, que Cullum bebe más de Cole Porter o Nina Simone que de Black Sabbath. Con las raíces en la mejor música popular americana del siglo XX, Jaime Cullum demostró que va sobrado de talento para deleitar y hacer vibrar al personal. El tipo se lo pasó en grande y nos hizo olvidarnos del calor y la fatiga que ya empezaba a asomar. No faltaron These are The days ni su cover de Rihannah, Don’t stop The music, en show enérgico y de gran calidad.
Era el turno de las hermanas Haim, de las cuales debo admitir que no era yo muy fan. Pero… salieron a escena como un auténtico torbellino. Es tal la energía y el buen rollo que desprenden estas tres animales escénicos, amén de unas canciones de lo más pegajosas, que acabé rendido a sus pies. Haim son uno de esos grupos que mejoran considerablemente en vivo. De su tremendo show en el Mad Cool me quedo con las poses y las caras de Este Haim. Pero más allá de la anécdota, Haim son un grupazo en directo. Primer premio del Viernes para Haim. Y sí, ahora soy fan incondicional. Cualquiera que las acuse de ñoñas se las verá conmigo en la puerta del cementerio, armas a elegir.
Si lo de Haim fue un chute de adrenalina directo al corazón, lo de War on drugs supuso un pequeño bajón. No puedo decir nada malo de su concierto, al contrario, el grupo de Adam Granduciel defendió muy dignamente su repertorio y sonaron de auténtica coña. Aunque la nostalgia y la ensoñación de sus hermosas canciones no sé si son lo más indicado para un festival.
Llegué justo para ver el final de la joven Phoebe Bridges con su apoteósica I Know The end (su mejor canción para un servidor). Una pena no haberla visto más tiempo, pero en un festival hay que elegir. Era el turno de Incubus y su peculiar fusión de estilos, del funk al metal pasando por el rap. Así son Incubus. Ayer desplegaron sus mejores armas con un Brandon Boyd en plena forma.
Ahora me toca hablar del concierto de Muse en el Mad Cool. Lleno hasta la bandera, 70.000 personas en el recinto para disfrutar de los himnos de Matt Bellamy y compañía, un logro que creo que ni Metallica logró el primer día. Un concierto de Muse es una experiencia más allá de lo musical, los complejos montajes escénicos, las llamaradas, las tiras de papel que cayeron sobre el público y las luces se ponen al servicio del grupo para enfatizar su música. Quizás tanto montaje fuera excesivo, sobre todo cuando no aporta demasiado como esa chaqueta con luces led, pero Muse es sinónimo de exceso, en todos los sentidos. Empezaron fuerte, máscaras al estilo El juego del calamar y letras de fuego al fondo del escenario, para su versión del The beautiful people de Marilyn Manson…. Ay!! no… que es Will of The people, su último single adelanto del nuevo LP. Pues alguien debería decirles que se parece demasiado a la canción del reverendo Manson hasta en el título. Da igual, la sorpresa inicial se consiguió y de ahí el tiovivo de Muse no paró en hora y media. Hits como Supermassive Black Hole, Plug In Baby , Hysteria, Uprising, knights of Cydonia o Time is running out que provocaron el éxtasis entre un respetable que vibró, cantó y votó como si no hubiera un mañana, que es de lo que se trataba. Los temas que presentaron de su último trabajo pasaron bastante desapercibidos entre tanto hit, la verdad, el público no los conocía y se notó el bajón de intensidad. Nada grave. Eso sí, sigo sin entender el significado de esa cabeza y esa mano gigantes que aparecieron en el escenario. Muse son así.
Tras el subidón a base de riffs demoledores de Muse tocaba ir a ver a Alt-J, uno de mis grupos favoritos de la última década. Con un peculiar montaje, con los músicos inmóviles es su plataforma, demostraron porqué son uno de los más originales e interesantes grupos de la actualidad. Presentaban su nuevo disco The Dream pero hicieron un somero repaso a su discografía en el que no faltó ni sobró nada. Lo cierto es que hubiera encantado ver el gospel satánico de Zeal & Ardor pero solamente pude ver par de temas.
Se acabó así la maratoniana pero gozosa jornada del viernes.
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