Llevo siguiendo a Metric bastantes años. He visto la evolución tanto de la voz de Emily como del sonido de la banda. Y he de decir que en este último disco Formentera, se han salido de todos los límites.
Los canadienses nos presentan un disco maduro tanto en las letras como en las melodías. Un disco que comienza con una larga canción, Doomscroller, que se hace cortísima, en la que se evidencia que no solo se atreven, sino que quieren saltar por encima de todos los límites que se imponen a lo que es un sonido convencional, en cuanto a lo alternativo.
Juegan magistralmente tanto con los sintes como con las guitarras eléctricas, escogiendo un sonido en las cuerdas que se vuelve adictivo, de manera que quieres repetir la canción una y otra vez.
Metric es una banda que tiene clarísimo que en arte, menos es más. Y este álbum lo demuestra fehacientemente. Nueve canciones hechas con mimo y un sentido de la estética brutal, que hacen que el oyente disfrute al máximo de este arte abnegado y difícil que es la música.
La impactante Oh Please, es una muestra de ello, así como All Comes Crashing y What Feels Like Eternity. Un trabajo que como podréis comprobar, contiene un buen puñado de hits en los que pienso de cara a los conciertos. Muy seguro tiene que salir uno al escenario con un trabajo tan bien hecho y de estas dimensiones.
Metric siguen en ascenso en su particular viaje a bordo del Tren del Misterio que es la música, y además circulan por la difícil vía melódica. Y no tienen intención de salirse de ella. Discazo del año que se han marcado los canadienses.
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