Otra noticia triste. Bruce Willis se retira de la actuación a los 67 años debido a que sufre Afasia, un trastorno neurológico que le dificulta la capacidad de hablar y comunicarse. Puede que Bruce Willis no haya sido un gran actor, estos de los Razzies ahora le piden perdón pero Willis nunca ha sido un tipo versátil. Todo lo contrario. Willis sabía muy bien qué personajes bordaba y casi siempre se dedicó a ellos. Nada que objetar. Cierto que resultaba extraño que en los últimos años se dedicara a rodar películas como churros, eran films baratos que iban directamente al mercado del vídeo o la televisión por cable, a cuyos rodajes apenas iba un par de días, cobraba un millón por jornada y aparecía en pantalla más bien poco comparándolo con el espacio que su imagen ocupaba en la carátula. Todo resultaba muy extraño. Ahora sabemos el motivo.
Conocí a Bruce Willis como el entrañable y carismático David Addison de Luz de luna (1985-1989), eran mediados de los años ochenta y yo era un crío al que aquella serie no le gustó al principio. Pero mientras pasaban los episodios el personaje de Bruce Willis se fue comiendo a su compañera, ya casi nadie se acuerda de Cybill Shepherd, pero Willis demostró estar dotado para la comedia y que un actor con la frente despejada también podía ser una estrella. Luz de luna rompió todos los moldes de la televisón y la hizo avanzar varias décadas. Era una serie de detectives con un toque de comedia romántica, nada del otro mundo hasta aquí, pero su sentido del humor y la química entre su pareja protagonista eran adictivos. Además los secundarios y esa forma de romper la cuarta pared le daban un toque muy especial que no tenía ninguna otra serie. Los personajes miraban continuamente a cámara y comentaban las jugadas con los espectadores, algo muy novedoso para la época y en la que la sorna de Willis encajaba como un guante. Hubo episodios antológicos en los que los textos estaban en verso o en los que bailaban como en un musical, una deliciosa locura. Eso sí, cuando la tensión sexual entre Shepherd y Willis se consumó… la audiencia bajó peligrosamente y la serie fue cancelada.
Willis dio el salto al cine con alguna comedia (Cita a ciegas, 1987) pero fue La jungla de cristal (1988) lo que lo catapultó al estrellato. No fueron la escenas de acción lo que hicieron un éxito de la Jungla de cristal, que también, sino los comentarios de John McClane en boca de Bruce Willis (y el estupendo doblaje al castellano de Ramón Langa). El personaje de John McClane se basa en el Joe Leland de la novel El detective de Roderick Thorp que ya había sido llevado a la pantalla en anteriores ocasiones (incluso Frank Sinatra lo había interpretado). Sin embargo, Willis dotó a McClane de la ironía y la sorna necesarias para convertirlo en un icono. Verlo correr sobre cristales con los pies descalzos o lanzarse al vacío con una manguera atada a la cintura eran proezas imposibles (como casi todo lo que ocurre en La jungla de cristal) pero la manera de interpretarlas de Willis («Qué coño estás haciendo, John, te vas a matar») nos lo hicieron muy cercano. Frente a héroes híper musculados como Stallone o Schwarzenegger, Willis era un tipo más de andar por casa, un policía que se metía en líos horrorosos sin venir a cuento. Ese impagable humor socarrón («9 millones de terrorista en el mundo y se me ocurre matar a uno con pies de mujer») fue un éxito instantáneo. Y tanto, hubo 4 secuelas de resultado desigual pero casi siempre divertidas gracias al carisma de Willis y una buenas dosis de explosiones y chistes.
Hollywood olió el éxito y explotó el filón de Willis en films como El gran halcón o El último Boyscout (1991), en esta última Willis suelta chistes y tacos a una velocidad de vértigo hasta convertir a este entretenido film en uno de esos placeres culpables que siempre acabo visionando hasta el final cuando la emiten en alguna cadena. Willis se especializó en un cine de acción comercial que adolece de las virtudes y defectos de su época. También lo intentó con otros registros como el thriller erótico a lo Instinto básico (El color de la noche, 1994) o la comedia fantástica (La muerte os sienta tan bien, 1992) o la sátira social (La hoguera de las vanidades,1990). Pero no eran lo suyo. Willis había nacido para hacer de tipo duro, sensible y socarrón, pero duro. Así lo supo ver Tarantino en Pulp Fiction (1994), confirmando a Willis su merecido status de estrella.
El excéntrico Terry Giliam no quería estrellas en 12 Monos (1995) pero tuvo que aceptarlas ya que nadie quería financiar el proyecto si en el reparto no había un buen trío de ases. Y Bruce Willis era puro oro en la taquilla a mediados de los 90 gracias a que la saga de La jungla ya iba por la tercera entrega. 12 Monos era un film de ciencia ficción a lo Gilliam (pesimista, complejo y feo) pero uno de los mejores trabajos de Willis. El bueno de Bruce siguió derrochando carisma en films como El último hombre (1996), Chacal, El quinto elemento (1997), Estado de sitio o Armageddon. Willis parecía encasillado en films de acción cuando M Night Shyamalan dio la campanada con El sexto sentido (1999), esta vez Willis no tiraba de su ironía ni su sorna, se limitaba a estar ahí con su gabardina puesta. Quizás su personaje lo podría haber interpretado cualquier otro actor o un poste de teléfonos, pero tuvo el olfato de apostar por este film que revolucionó el género de terror.
Willis aceptó su alopecia (algo que os aseguro no es nada fácil) y siguió con su saga de La Jungla (la cuarta me gustó, la quinta me decepcionó al reducirse los chistes de McClane) mientras seguía con films de acción como Lágrimas del sol (2003), Hostage (2005), 16 calles (2006), Red (2010), Los mercenarios (2010), Looper, etc. También explotó su vis cómica en comedias como Falsas Apariencias (2000) o Bandidos (2001) e incluso se atrevió con el drama como en Historia de lo nuestro (1999). No siempre eran buenas películas aunque en todas ellas Willis derrochaba sus muecas marca de la casa mientras aportaba su carisma y su tirón para la taquilla. Con Shyamalan repitió en la singular trilogía formada por El protegido (2000), Múltiple (2016) y Glass (2019) siendo estas películas junto con Sin City (2005) lo más destacado de Willis en el siglo XXI.
Joder. Haciendo este rápido repaso me he dado cuenta de la cantidad de buenos ratos que este actor nos ha hecho pasar en estos casi 40 años desde que se estrenó Luz de luna. Puede que no haya sido un actor versátil y sus limitaciones hayan sido más que evidentes, nadie lo discute, pero tampoco admite discusión que un buen puñado de sus películas forman parte de nuestra vida. Willis ha sido uno de los héroes de la infancia de nuestra generación y eso no se olvida fácilmente. No habrá una sexta entrega de La jungla, así pues: Yippee Ki-Yay, Bruce Willis.
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