Diez días le han faltado para llevar dos años sin crónicas. No sé si me voy a acordar de cómo se teclea. Desde un punto de vista cultural, ha habido un lapso de silencio, pero los músicos no han parado. ¿Qué quiere decir? Que tienen discos enteros hechos a la espera de edición. En otros casos, que sacaron discos que no han podido presentar. Yo conozco a las dos bandas, no es la primera vez que los destripo, pero me presento delante de un setlist de los que no tengo ni idea. De unas veinticuatro canciones entre ambos, no he oído ni siete, lo que me da la oportunidad de hacer lo que más me gusta: hablar de lo que no sé.

Cuando llego a Villamediana el sol está picando como si no hubiera un mañana. Ciega y da calor. Me pongo de espaldas, cerca del escenario y hay dos enmascarados saludando. Miro aquí y allá. Confirmado: es a mí. Hasta que uno de ellos no se baja un momento la mascarilla, no lo reconozco: ¡Iván, de Desafío de Bandas/ Bicho*Z /Ass Face! Con Nacho, (Bicho*Z), uno de esos tipos que, sin prenderle fuego a una guitarra, hace que todo este rollo siga a flote. Joder, qué alegría, ya pensaba que aún iba a pasar más tiempo sin estos jaleos. Los músicos están entrando y saliendo, nerviosos, del escenario al camerino y viceversa. Míster simpatía no voy a ser, porque prefiero no interrumpir. Aparte, están —tienen que estar— oxidados, a lo mejor si les digo que voy a escribir algo, es contraproducente porque aún los tenso más.

El sol pierde fuerza, así que a mi sitio. Vale que menos es nada, pero tener que estar sentadito, a distancia del resto de la gente, y con la mascarilla cuando aún me da el sol en la jeta… cómodo no es. También digo una cosa, en cuanto suenan las guitarras, me la empieza a pelar el sol. Con los muertos y la cantidad de gente jodida —ictus, lesiones cerebrovasculares…— que ha habido, sería una frivolidad protestar por esto. Lo primero es la salud.

 

AMIGO DE NADIE

 

Los tenía desubicados desde su disco de 2017. Es como si hubiera pasado un milenio. Nunca los había visto en directo, y tenía curiosidad. Diego, el bajista, viene de EnBlanco, y anda también en Bucca Fissa. Eduardo era de Ethos, y ahora forma parte de El Congrio Dinámico y de Aposento (el rollo más oscuro que te puedas imaginar). Con Aitor el voceras estuve vacilando en el confinamiento con alguna parida de afeitarse o no mientras no nos dejaban salir de casa —no me acuerdo de la parida, pero estuve unos días echándome unas risas con eso—. He oído cuatro canciones de trece y, aunque me he repasado el Más que recuerdos un par de veces, estoy nervioso. Va a ser imposible decir algo con sentido sin rodaje previo.

 

 

 

No fue un sueño. Me llama la atención que ambas guitarras y el bajo hacen coros. El contraste de Diego, Gorka y Edu, un poco más grave, con los agudos de Aitor, enriquece la mezcla más allá de la parte instrumental. En bandas de este corte normalmente hay un músico —o dos—, que no cantan. Aitor suena a power metal, con esos agudos a lo Halford. Diego tiene un mastodonte de cinco cuerdas. Imperial, la columna vertebral de la canción. Héctor una de dos, o tiene un pie derecho supersónico, o tira de doble pedal a ratos, usando los platos grandes para añadirle pegada a la parte percusiva. Berrido de Aitor al final que me ha recordado a una de Metallium… y no me he enterado de la mitad. Empezamos bien.

Jardín secreto. Comienza Diego solo, con esa especie de eco que hacen las cuerdas al ser golpeadas por la púa. Es como un crujido, como un carraspeo que me retumba en el diafragma. No sólo es merito de los músicos. Iván y sus secuaces, en la mesa de los botoncitos consigue que el sonido me rebote en las entrañas sin que me exploten los oídos. Sólo una vez hay un pitido por un acople. Estamos todos desentrenados, eso es un sobresaliente para el sonido.

 

 

A tu lado. Guitarrazo a lo Tierra Santa y berrido con dos cojones. En las estrofas, las guitarras suenan como una locomotora. Edu no hace contrapúa, es decir, no usa la ida y la vuelta de la púa pasando por las cuerdas, así que está al borde del esguince de muñeca en el nombre del metal.

 

 

Huir de la realidad. ¡Esa batería es puro System of a Down! I-E-A-I-A-I-O. el caso es que, al lanzar las estrofas, suena a balada, pero en el puente va cogiendo gas (el doble pedal ayuda). Joder, veo el esqueleto de Red Wine. Aitor tiene ese rollo que transmitía Mario.

Bola de cristal. La de Alaska no, la otra. Ahora sí que han bajado el ritmo, es un medio tempo, una balada. Las guitarras aportan un par de notas y un riff machacón, mientras el bajo y la batería arman el esquema. Los estribillos son herencia de Red Wine. Es curioso porque estilísticamente no tienen mucho que ver (más allá de ser todos heavies), pero hay ciertos elementos que han asimilado, sobre todo en las guitarras y la voz. entre el solo de guitarra y el doble pedal, flipante. Ahora me he dado cuenta: Aitor, cuando no grita, en los tramos tarareados, tiene un aire a Serj Tankian. Por eso estoy venga a pensar en System of a Down. Claro, cuando a Aitor se le hinchan las venas del cuello, el camino con Serj diverge, pero en Aerials o en Lost in Hollywood… Aitor podría versionarlas.

 

 

 

Cuántas almas más. ¡Qué comienzo! Y que no me pueda poner en pie. El doble pedal, entrelazado con el bajo en una patada en la boca de las que te hace ver chiribitas, me dan ganas de arrearle una hostia a la silla y ponerme a gritar (si me la supiera. Primera escucha, palabrita de desbrozador de ríos). Aitor se da un baño de masas al estilo Covid (paseando fuera de la zona del público, al otro lado del cordón, a seis metros del humano más cercano y a unos treinta de mí).

Nada. Muy diferente en directo. En el estudio la canción parece un montón de decibelios lanzados a través de un tubo, pero en directo… el sonido parece venir de todas partes. Ellos tienen fuerza y poder, pero tú nada que perder porque todo ya has perdido. Lo dijo Hobbes: ojo con los desheredados. Las huelgas y las manifestaciones no valen para nada: como en la Bastilla, o la jornada laboral de 8 horas, que se aprobó en una merendola. Si miento, a la Wikipedia: ¿Por qué el 8M es el día de la mujer trabajadora?

 

Destino escrito. Filosofía aplicada a trallazos. ¿Determinismo o libre albedrío? ¿Se hace camino al andar o todo está escrito de antemano? No sé por qué, pero en los puentes se acercan al nu metal, o por lo menos a bandas como Mastodon o Seether, cañeras, pero de la nueva guardia. Ahora, eso sí: Aitor está entre Mario, de Red Wine, y Jorge Berceo de Zenobia (o en solitario).

 Un mundo mejor. Se nota que son de los inicios. Instrumentalmente suena a los últimos Barricada —Pétalos o Sean bienvenidos—. Tienen esos punteos intercalados en el esquema de la canción. Pienso en Sigo en pie, de Dikers, pero como concepto, porque el unteo a dos guitarras es puro Iron Maiden.

Cuarenta años de soledad. En tu alma solo hay oscuridad… un trallazo, pero, precedido de tanta canción nueva, revela la evolución del sonido de Amigo de Nadie.

 

Fuerte. Reclamada por el respetable y fin de fiesta. Edu y Gorka vuelven a emplear los coros para dar fuerza a la parte vocal mientras las cuerdas de acero traen a la mente un poso añejo, a lo Paranoid, de black Sabbath.

Descanso. Cambio de chatarros, instrumentos que van y vienen, fotos… y yo descansando la vista. El sol ya no molesta, pero acabo de darme cuenta de lo complicado que va a ser tomar notas cuando se vaya la luz del todo.

 

 

HISTAMÍNICOS

 

Manu se pone la guitarra como morello y suena a Hendrix. Lo único que tiene de malo es que lo hace parecer fácil, como si a él las cuerdas se le ablandaran. Después de algunos cambios en el formato y la formación, han vuelto a su faceta power trío.

C.D.M. Pani, el bajista (ex de los A-68, con el gran Luis Brox), aporta mucho a la instrumental. Nada de cuatro notas en un bucle infinito, es un dibujo maníaco que va de agudos a graves. Manu, voz rota y guitarreo leve —al servicio de las estrofas—, hasta el punteo. El puto Peter Frampton.

 

 

 

Estoy aquí. También tiene un rollo a Lost in Hollywood, de System of a Down. Sólo en la parte instrumental, que tiene esa forma a lo Lonely day, medio balada… hasta que saltan los estribillos. Canalizan la energía de las letras, la angustia… en forma de tralla a la batería y velocidad a las púas.

Bobo. Si no lo estuviera viendo, diría que Óscar está tirando de timbal, pero no. Es hacer carraspear al bombo. Se le notan los orígenes medio punkis a este del tambor, cuando insiste al final de los estribillos alternando bombo y caja a velocidad de temblor.

 

 

Cuñao. Por decreto legal, todas las familias, es más, todos los entornos sociales tienen que tener presencia del abogado-mecánico-economista y ahora epidemiólogo terraplanista. Pensaba que yo era el único que tropezaba con iluminados así. Salvando las distancias, un símil a Cuánto cantautor, de Koma. Cántale a tu sol, pero a la riojana. Por cierto, qué cosa más chula lo que acaban de hacerle al escenario con las luces. Pocas veces soy consciente porque siempre estoy concentrado en la música y en mis garabatos, pero es increíble el ambiente que es capaz de crearse con unos cuantos focos de colores que se mueven de un lado a otro.

Macabro teatro. Esta fue la que sacaron en medio del confinamiento, con la batería de la cocina de Óscar y mucho trabajo del que no se ve, curro chungo, del poco agradecido. Tienen un rollo a ZZ Top, a lo mejor sí que este formato trío potencia ese sonido. Salvando las distancias, porque estos son un rock sin tanta raíz. Este tema mejora una barbaridad en directo, en eléctrico. Este bajista es una trituradora, y la canción es muy completa, bien coordinada… un espejo del acojone que teníamos todos en los primeros compases del confinamiento.

 

 

Héroes. De un tal Deivi Bogüi. Sólo por el punteo inicial vale la pena la canción. Y el viaje. Y el concierto. Qué cabrón Manu. Manu es a la guitarra lo que Travolta es al baile. Qué cabrón Travolta. Ves a Manu y parece que hace el chorra con un trozo de madera, pero la hace sonar que te habla la guitarrita.

Hijo de puta. Un eco al rock ochentero, a Kortatu, a Ilegales, a Agua Bendita… Interesante reflexión: ¿Qué puede pensar una madre —o un padre— que haya criado a alguien como los cinco bastardos de sanfermines? ¿O al bastardo que mató y semienterró a una mujer y ahora está en la calle, ejerciendo como psiquiatra?

La sangre. Letra de Lorca, con ese deje a lo Machado, a Miguel Hernández… Ahora el bajo ha pasado a un bucle más simple, de cuatro notas, más monolítico. Se oyen los puazos en mi diafragma —cortesía de Desafío de Bandas—. Un aura al Héroes que acabamos de escuchar.

 

 

Me cuesta tanto. En directo, aún más parecido en la línea de bajo con A Forest, de The Cure. Tiene Histamínicos ese esquema Jimi Hendrix Experience. Estrofa, puente y… dejad solo a ese guitarrista. Es ver a Satriani.

Perdiendo los días. Suena un poco a Zombie, de The Cramberries tengo que oírla más veces, pero tiene un aire a poesía, no por la rima —solamente—, por los juegos de palabras, que llevan el mensaje al galope. Suena a los Reinci en Cartas desde el asilo.

Maldito cuento. Se sigue notando el rollo Evenflow hasta que salen derrapando. Las estrofas son pura energía.

N.W.O. Sólo hay un N.W.O., y lo conformaron Hulk Hogan, Steve Nash y Scott Hall. Ese New World Order is 4 Life. (si no sabes lo que acabo de decir, pon algún video de YouTube. Merece la pena). Suena un poco a AC/DC, a rock de bar de moteros aunue siempre con ese componente virtuoso del notas este de las seis cuerdas. Qué cabrón el Manu.

 

 

El arte de vivir. Bajo terrible y a trallazo con la caja. Es como Newsted en King Nothing, de MetallicA, pero a toda hostia.

Histamínicos tienen espíritu punk: canciones de tres minutos, tal vez menos, auténticos relámpagos.

Antes de despedirme, dos cosas. Primero: mucho llorar cuando hacen conciertos, pero luego parece que nos cuesta. La mascarilla y sentadito… no es lo más cómodo, pero, con la que ha caído, podría ser peor. Segundo: no creo que haya sido mi mejor análisis, pero aquí no tenemos el VAR. Escuchas la canción una vez y que sea lo que Dios quiera. Si estornudo, pierdo diez segundos de tema. Espero haber hecho justicia.

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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