Andy Shauff a cada disco nos demuestra con magníficos discos que está destinada a ser el nuevo Paul Simon. “The Neon Skyline” es ya su cuarto trabajo y es una maravilla de pequeños poemas musicales, que mezclan algo de Jazz con Pop y Rock. Andy ama los arreglos bellos, de buen gusto como ese pop/jazz que confecciona con esmero; y esa voz que suena tan Simon que es prácticamente imposible no pensar continuamente en la mitad del dúo de “Scareborurg Fair”.
Este compositor canadiense consigue de manera fortuita hacer un disco refinado, exquisito, una especia de “Tapestry” y/o “One Trick Pony” del siglo XXI. Salvando las distancias Shauff es un tipo que hace una música al estilo Randy Newman, música para adultos que quieren que se les acaricie con ternura, o que sea como el aroma del café que tienta sus sentidos. “The Neon Skyline” se compone de pequeñas miniaturas musicales que te sorprenden por su belleza pop dejando al oyente fresco como si se hubiera perfumado con una fresca lavanda, refresca, huele de maravilla y se evapora rápidamente. Con ello quiero decir que es un trabajo que busca agradar, no que el oyente se coma la cabeza y sus neuronas estén revolucionadas durante el resto del día.
Shauf empezó como batería de una banda de pop punk cristiano llamada Captain, y por muy raro que suene, existen bandas punk cristiana en este mundo!!!! Luego publicó su álbum debut, “Darker Days”, en 2009, unos EP’s y otro álbum “The Bearer of Bad News” publicado de manera independiente el año 2012. Y “The Party” en 2016 que ya atrajo la curiosidad de los que están siempre mas avispado de pillar al nuevo profeta. Desde luego no lo es, pero si que consigue lo que comentaba mas arriba, acercarse al maestro Newman en esa manera de relatar esos paisajes de la vida tan anodinos llenos de bilis, amargura y que se instalan en las personas como algo normal. No es fácil contar historias de remordimientos, de esas conversaciones profundas a altas horas de la noche y que te dejan un sabor amargo por la mañana; cantar sobre los amigo y las bromas compartidas. “The Neon Skyline” tiene algo, algo tan sumamente sutil que hay que buscarlo entre sus surcos para poder ver esa película que tantos hemos vivido en nuestras propias carnes en el transcurso de muchas noches.
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