Cada uno tiene sus gustos, manías o como queráis llamarlo. También forma parte de esta enfermedad maravillosa que es la melomanía, que no megalomanía. Reconozco ser un fan empedernido de los discos debuts. Tienen algo, llámalo inocencia, falta de maldad o lo que te de la puta gana que luego se pierde con el tiempo, en cuanto se graba el segundo disco. Que si. Que se gana en calidad de las composiciones, producción y todo lo que queráis. Pero a mi me molan mucho estas primeras entregas que te muestran bandas en la que la ansiedad y las ganas caminan de la mano. Y esa adicción a los debuts es un arma de doble filo, porque muchas de las virtudes que me seducen de ellos a su vez se convierten en defectos al analizarlos. Toca disfrutar de uno de estos artefactos. Viene de la mano de Nooirax, que tiene el valor de seguir apostando por la música, por bandas que tienen algo que decir. Barcelona es la ciudad de origen. «Magara» el nombre del disco. El hard setentero, el viejo proto heavy, su propuesta. The Mothercrow el nombre de la banda.
A veces no se que pensar de tanta banda actual que se conoce al dedillo los patrones de un rock creado e ideado varias generaciones anteriores. Grupos que hacen ese salto generacional con la sencillez del que está viviendo el momento exacto de ebullición. Es complicado. Muchos caen en el refrito, en la copia burda, en la influencia mal asimilada. Otros consiguen crear su propia personalidad a partir de las enseñanzas forjadas en riffs graníticos. The Mothercrow pertenencen a estos segundos. Poseen el don de la veteranía en sus filas que les reafirma en saber de sobra lo que hacen, lo que quieren. Karen Asensio (voz), Claudia González (bajo), Pep Carabante (batería) y Max Eriksson (guitarras) son la oda en el desierto que da vida a este puñado de canciones donde ese sonido tan bien calculado no deja resquicio alguno.
Ese riff de Max marcado que suena en canciones como «Swat it!» respaldado por el hammond, la calma tensa e intensa de «Forevermore» (y oído a su desbocado arranque final) en su esencia de medio tiempo o el arrebato heavy de «Lizard queen» así como la voz de Karen, protagonista durante toda la grabación podrían ser ejemplo ante la dificultad de señalar o destacar canciones, no por falta de ellas, sino por la abundancia en el disco, donde cada canción muestra su merecimiento a morar en sus surcos. Valentia y saber hacer. Blues rock, hard de raíces e incluso algo de psicodelia conviven y perviven en este «Magara». The Mothercrow son otra de esas bandas a tener muy en cuenta
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