Estamos ante un disco de diseño. Normalmente, o mejor dicho, de manera automática, al oír algo nuevo, novedoso, la mente intenta agarrarse como una araña a las distintas influencias que ha podido tener ese trabajo. Pero en este caso, mi mente no ha podido asirse a nada y ha caído sin poder evitarlo al abismo que proponen los sevillanos Mordida. Que tiemblen los mismísimos Nine Inch Nails pues este sonido, es tan original que recorre espacios yermos en tu estructura mental desde el principio. Así que arriésgate y escucha esta nueva propuesta. Qué tendrá el sur, que toquen lo que toquen resplandece sin remedio.
Porque no solamente la parte electrónica es de sobresaliente, sino la de esas agónicas guitarras con sus punteos y riffs alargados que no dan respiro en esta novedosa atmósfera que se ha creado en el minuto uno de pulsar el play.
Un disco que marcará tendencia, me hace imaginar en sus primeros acordes ya, un mundo post apocalíptico, una ciudad oscura, en ruinas, con artilugios steampunk en funcionamiento. Prótesis mecánicas de gente mutilada y medio muerta en vida, en estado de alerta y preparados para lo que pueda venir.
Este enorme disco comienza con River. Tres minutos y 44 segundos de una agonía que va a más y desconcierta al principio, invitándote a pasar al mundo de Mordida. ¿Has decidido quedarte verdad? pues Never Come Back hace sonar sus tambores. Una melodía lenta y seductora que continúa con un excelente y oportuno ritmo de batería, acompañado de las guitarras, que sentencian.
Disappear, sube el ritmo. El bombo de nuevo, un poco más nervioso, da comienzo a otro corte agónico con unas tétricas voces que junto a esa hipnótica guitarra, te envuelven en una atmósfera como la del bar donde Neo decide ir tras el conejito.
Seguidamente y sin respiro Winds of War comienza con un sonido de sinte que asemeja al toque del cuerno del invierno holandés, sucediéndose de nuevo la guitarra, esta vez con unos pegadizos ecos que ya ponen los pelos de punta; y esa batería, y esos coros ¡oh!…Antes de que los corpúsculos de Pancini y los nódulos de Ranvier se relajen, llega Waiting for the Moon, otra melodía más dinámica y también pegadiza con sus delirantes coros y con un canto ceremonioso a la luna. Continúo oyendo el disco y todavía no salgo del asombro ante tanta calidad. Sé que esto no va a parar hasta el final. The Choice se encarga de asegurármelo. Una variada y dinámica batería, junto a los riffs de guitarra, que no quieres que se detengan.
Estamos casi al final de este enorme disco y toca Sky of Blood. Un corte más lento en el que irrumpen sorpresivamente las guitarras y al que le sigue la última canción, Ending the Tunnel, en la que la preciosa guitarra, con sus ecos, da comienzo de nuevo a la Música con mayúsculas que estos chicos difíciles de encasillar son capaces de crear.
Ya tengo otro disco del año. Mordida me han sorprendido gratamente con su desbordante creatividad y su capacidad para crear una atmósfera paralela en la que cualquier cosa puede suceder. Atención porque estamos ante una nueva tendencia en música de una calidad superior.
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