Con las tres nominaciones que consiguió en la pasada edición de los BAFTA británicos (actor, actriz y guion adaptado) era una de las pocas cintas premiadas por estrenarse dentro de la cosecha del 2017. Un drama romántico basado en la novela del actor Peter Turner que cuenta su relación con la otrora estrella hollywoodiense Gloria Grahame.
Una historia de amor contada con pericia con una serie de «flashbacks» a lo largo del par de años que duró su amor con la intérprete, con una secuencia inicial donde vemos a la actriz que tras acicalarse antes de salir a escena sufre un desfallecimiento que nos indica su delicado estado de salud, trasladándose a la casa familiar de su antiguo amante que va recordando como surgió su romance con la madura mujer, mucho mayor que él, cuando empezaba su carrera profesional, los buenos momentos vividos en Inglaterra y Los Ángeles y los problemas y el deterioro ocurrido en Nueva York que darán al traste con el idilio. Desde esa primera secuencia nos dejan claro a los espectadores que el argumento no va a terminar bien, abocado al drama aunque es de agradecer que no utilice demasiados recursos lacrimógenos y más el miedo a la muerte, a la soledad y a envejecer en el caso de alguien famoso que no acepta de buen grado su edad, cosa que resuelve de manera acertada su realizador Paul Mc Guigan, realzando este dato con fuertes discusiones cuando sugieren que es demasiado mayor para el papel protagonista en «Romeo y Julieta» o la diferencia de edad en la pareja. No es el único punto a favor en la inteligente puesta en escena de Mc Guigan, autor de largometrajes como «El misterio de Wells» o «El caso Slevin» y que ha destacado en televisión dirigiendo los mejores episodios del «Sherlock» con Benedict Cumberbatch o capítulos de «Sucesor designado» o «Scandal», que llega al culmen en el último acto con la larga secuencia de la ruptura rodada de forma simultanea desde la diferente óptica de los dos personajes centrales y que, sin duda, es la mejor escena de la hora y tres cuartos de metraje junto a un reparto homogéneo donde brillan con luz propia un Jamie Bell más que solvente y una arrolladora Annette Bening que sigue siendo una excepcional actriz con un papel a la altura de los de sus cuatro nominaciones al Oscar («Los timadores», «Conociendo a Julia», «American beauty» y «Los chicos están bien») que nunca ha ganado, cosa que no sucedió con la verdadera Gloria Grahame que sí lo consiguió como secundaria en «Cautivos del mal» de Vincente Minelli y una carrera centrada en los años cincuenta compartiendo cartel con Humphrey Bogart en la inolvidable «Un lugar en el sol» de Nicholas Ray (por cierto, su segundo marido) o con Glenn Ford en las antológicas «Deseos humanos» y «Los sobornados» de Fritz Lang.
Lástima que el buen tono medio quede un tanto lastrado por no terminar de afinar el interesante guion, con un ritmo que presenta altibajos, con algunos caracteres que quedan cojos, como las interacciones con su familia directa y con la de su amante, sin terminar de dejar claro sus sentimientos, centrándose más en los dos principales y demostrando que toda acción debe ser potenciada por los secundarios y una banda sonora mejorable. Aún así, un producto digno que gustará a los grandes degustadores de «dramones».
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