Recuerdo que era sólo un chaval, que me sentaba frente al televisor, con el mando del video en la mano, preparado para ir grabando en aquella cinta de 4 horas, todos los videoclips que fuesen saliendo, para luego verlos hasta la saciedad. Las cintas vírgenes de vhs iban creciendo, les hacía sus propias portadas, a base de collages de fotos que recortaba de las revistas, con mis bandas favoritas de aquel momento (y que lo siguen siendo en su mayoría hoy en día). Videoclips de Whitesnake, King Kobra, Warrant, Kix… y actuaciones en los platós de televisión, sobre todo de bandas nacionales, como Sangre Azul, Shalom, Niagara, Hiroshima... un puñado de bandas que asimilaban ese hard melódico que venía de los States y dominaba el mundo de la radio y la televisión más allá de nuestras fronteras (aquí era otra historia). Tiempos de horas entre discos en alguna tienda, de revisar mil veces las páginas del añorado BID.
Recuerdo que una de las bandas que más me llamó la atención en aquellos tiempos, fue una de Pinto. Seguir de cerca a los ganadores del Villa de Madrid y del Villa de Bilbao, era asignatura casi obligada, para muchos de nosotros. Uno de los ganadores del de Madrid, fueron esa banda de Pinto que os decía, Tokio, cuyo disco «Triangles» se mecía por los terrenos de ese hard melódico de orientación aor tan en boga en aquellos tiempos, y que se encontró, con lo que suele pasar siempre, que gente que rebuscaba entre los rincones en busca de cualquier banda de fuera, no se molestaba en mirar al lado, en fin, la historia de siempre. El caso, es que el tiempo, fue poniendo el disco en su sitio o casi. Que en 2012 Escudero decidiese volver a reunir a la banda, al menos a la mayoría, fue una gran noticia, la verdad, y el ep que lanzaron hace un par de años, nos ponía ya en aviso.
Ahora por fin, de la mano de The Fish Factory, tenemos nuevo disco de Tokio. Girando alrededor de eso tan humano (y necesario) que es pecar, nos plantan frente a los morros este «Pecados capitales», diez canciones y una outro, de buen hard rock melódico, con la voz como vehículo conductor y una muy buena portada. Lo suyo es el hard rock, con toda la melodía posible, aunque ahora no busquen ese sonido tan «sofisticado» de antaño. El bajo tiene mucho protagonismo y las guitarras suenan de vértigo, al igual que esos teclados tan bien puestos. Escucha una canción como «Rencor», donde guitarras y teclados, se complementan de esa forma tan maravillosa, y tan propia de un estilo, que a pesar de perder el favor de los grandes medios hace ya muchas décadas, parece estar viviendo una segunda juventud, gracia a una nueva legión de fans que se ha unido a los de siempre, motivado por supuesto, por la calidad de los lanzamientos.
No me voy a parar a destacar canciones, porque es muy complicado. Aquí no hay temas de relleno, no ha minutaje de sobra o no necesario. El disco va ganando con cada escuchar, con cada detalle que vas atrapando, o mejor dicho, te va atrapando a ti. Tokio reivindican su lugar en una escena que va cada vez aportando mejores bandas desde dentro del territorio nacional. Aunque sigue siendo complicado, mucho, lo que ocasiona bajas forzadas por el hastío, aún muchos siguen apostando por traernos la magia de las canciones. Gran disco.
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