El anfetamínico de la guitarra, el hombre que se suponía debía estar muerto desde hace meses, el vendaval del pub rock. El mismísimo Wilko Johnson, recuperado de su cáncer de páncreas, pero arrastrando sin remedio 67 primaveras; dudo que alguno de los rockers de buen gusto que abarrotaron la sala But (sold out, baby) esperase verlo tan entregado, enérgico y hábil. Tampoco habríamos predicho un bolo tan corto. Tuvimos una hora de Wilko, tan buena como suficiente para aplacar cualquier queja; una hora pub rock, de pasos en paralelo al escenario, de guitarras que ametrallaban las primeras filas. 

No soy partidario de destacar aspectos que funcionan como se supone que deberían, pero dado lo habitual pitorreo que es la puntualidad en el circuito de conciertos, en este caso se hace inevitable. A las 21:30 clavadas Wilko aparecía secundado por el metrónomo Dylan Howe y por el bajista Norman Watt-Roy, un tipo carismático que disfrutó de cada canción como el que más. Bien por la organización del evento. Y entonces, comenzaron a rodar.

Sin descanso ni tregua ni medias tintas. Canción tras canción, moviéndose el tito Johnson en cada una como lo ha hecho siempre, con gestos esquizofrénicos, ganándose la simpatía del público con sus miradas de psycho killer que, aun con el físico que le ha permitido participar en Game Of Thrones, a su edad, se hacían entrañables. Como entrañables se percibían sus solos al frente del escenario, donde se le viese de cuerpo entero, sereno e imponente, donde los fans lo arropasen con energía, a quienes ofreció grandes clásicos de Dr. Feelgood y su extensa carrera en solitario.

A pie de pista, el trío sonó de lujo, lo suficientemente nítido como para diferenciar cada golpe de Wilko a su rodada Telecaster. Sólo tocando con los dedos y de aquella manera tan poco ortodoxa se pueden hacer maravillas de composiciones tan sencillas como «All Through the City», «Going Back Home» o «Keep on Loving You». Rasgueos tan identificables como bailables, canciones que pedían brindis y cervezas a gritos, melodías con tanto ritmo y tan pegadizas que hasta los puertas, seguro, se sorprendieron levantando las rodillas.

Y así, con mucho cariño del respetable del que alardear de vuelta a casa, tras haber bombardeado con uno tras otro de sus clásicos, la figura del viejo pelado vestido de negro se despedía con «She Does It Right», con los presentes enloquecidos al ritmo de su guitarra y bramando por más. Los 65 minutos habían sido un suspiro, y ni el baile del pato que se marcó con su adiós real en forma de «Johnny B. Goode» nos sació del todo. Pero qué le íbamos a pedir al viejo, si ya lo había dado todo.

Sobra decirlo, pero el señor Johnson es toda una incorporación de lujo al festival rocker del verano. Enorme.

Setlist de Wilko Jhonsn en Madrid:

All Through the City
If You Want Me, You’ve Got Me
The More I Give
Dr. Dupree
Going Back Home
Roxette
Sneakin’ Suspicion
Keep on Loving You
When I’m Gone
Wooly Bully
Everybody’s Carrying a Gun
Back in the Night
She Does It Right 
Johnny B. Goode

by: Edgar

by: Edgar

A la música le dedico la mayor parte de mi tiempo pero, aunque el rock me apasiona desde que recuerdo, no vivo sin cine ni series de televisión. Soy ingeniero informático y, cuando tengo un hueco, escribo sobre mis vicios. Tres nombres: Pink Floyd, Led Zeppelin y Bruce Springsteen.

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