Thunder, suenan en conjunto con la soltura de la que sólo tipos que llevan tocando juntos más de veinticinco años pueden presumir. Aunque a primera escucha lo que siempre sorprende de esta banda es el caudal vocal de Danny Bowes, basta recuperarse primer shock para prestar mínima atención al resto y afrontar el segundo, para disfrutar de una ejecución instrumental que avanza con soltura y solidez de principio a fin de cada canción. Lo que lleva ofreciendo el grupo desde clásicos como Laughing on Judgement Day, lo encontramos en Wonder Days. Esta vez, eso sí, en un mejor conjunto de canciones que el contenido en sus últimas obras.
El descanso de seis años desde Bang! y, supongo, el calor de los fans y la euforia de los conciertos enmarcados en grandes festivales, amén de lo recolectado por sus miembros en proyectos paralelos, les ha sentado bien. Estas nuevas once canciones hacen de Wonder Days un buque sólido, sin adornos coloridos, decorado en tonos sepia, como la portada. Construido a base de guitarras saturadas pero definidas, muestra de cómo adaptar lo antiguo a los cánones de hoy sin obviar personalidad, ritmos del blues rock de Bad Company («Black Water») y el folk eléctrico de de Led Zeppelin («The Rain»), y algunas melodías vocales sacadas del hair metal menos lacoso («The Thing I Want»), el nuevo disco de Thunder se desarrolla a pasos de dinosaurio, de los que se detectan con un vaso de plástico lleno: pesados, pero con ágil cadencia.
El resultado de la mezcla de influencias, su estilo particular, se hace más evidente en canciones que, sin ser himnos, se sostienen por sí mismas. Aúnan sin problema ritmos cabalgantes con progresiones zeppelianas y solos de guitarra clásicos en «The Prophet», y tiran de riffes clásicos para armar un tema de cadencia casi desértica con estribillo de demolición llamado «Chasing Shadows», dando lugar a algunas piezas que no sirven para cerrar conciertos, pero que cualquier aficionado a la caza de calidad disfrutará, pues desmenuzarlas es un placer.
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Tampoco han dejado de ser maestros componiendo medios tiempos. A los más melosos les encantará «Broken», y a los menos, dada la comedida virilidad del vocalista, no les molestará demasiado. Por lo demás, hay blues rock clásico, franco y sin complicadiones, que ni destaca ni estorba, porque estos tipos lo hacen sonar cañón, como «Serpentine» o el sobado rock and roll «I Love the Weekend» que nunca dejará de funcionar.
Así que, sí, más allá del espectacular «Wonder Days» y, apurando, «The Thing I Want», el regreso discográfico de Thunder no destaca por canciones a recordar en una escucha, sino por, sencillamente, buenas canciones, bien tocadas y bien producidas, que no pretenden ni innovar ni llenar estadios. Wonder Days está repleto de elaborado rock de calidad, de canciones que dudo dejen frío al lado purista y nostálgico de la familia rockera.
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