Tras el magnifico capítulo séptimo de esta segunda temporada, y una vez el octavo, tras la tormenta que supuso el vuelo de la águila de sangre, sirvió para dejar claro que tras la decisión de Horik de romper cualquier posibilidad de acuerdo, la nueva incursión por tierras sajonas no tiene otra salida que una sangrienta confrontación con las huestes de Ecbert y su aliado Allen, en este noveno capítulo (a continuación spoiler), antesala de la final season de esta segunda temporada, de nuevo Vikings ha vuelto a estar en un nivel de excelencia difícilmente igualable en la actualidad.
Una lucha desigual entre unos aguerridos norteños contra un ejercito bien organizado que, gracias a la labor del indeciso Athelstan no duda en hacer suyas las tácticas de las legiones romanas, acaba siendo una vez más el plato fuerte del capítulo aunque aquí, en esta batalla que se supone final, se amplifica la crudeza de las imágenes, y por primera vez vemos a Ragnar y los suyos pasarlo realmente mal, y solo una retirada a tiempo, aunque esta vez sin uno de los grandes puntales de la serie, consigue que la cosa no suponga que los libros venideros narren el final del gran guerrero vikingo. Una batalla donde la cámara nos introduce directamente en la batalla para que intentemos ser testigos de primera mano del horror y la violencia extrema vividos en el campo de batalla. Cosa que ya habíamos visto en capítulos anteriores pero no de la manera en que aquí se nos muestra.
Una confrontación desigual que nos sirve, gracias una vez más a las lecciones aprendidas por Ecbert, para entrar directamente en la segunda parte del capítulo donde fruto de de la decisión de este de no diezmar completamente el ejercito invasor, para que tengamos ante nosotros el reencuentro esperado y que aparezca la gran duda al «priest», y que esa lucha interior tenga que decantarse por unos dioses paganos o por uno que murió en esa cruz donde meses atrás estuvo literalmente clavado, y es esa lucha interior en post de una sabía elección donde encontramos a faltar algo más de dedicación por parte del encargado de la dirección, no en vano «The Choice» es el título que lleva el capítulo. Dedicación y cuidado que si observamos en la escena del esperado reencuentro donde de nuevo Travis Fimmel, y ya van, vuelve a demostrar el gran acierto por parte del director de casting en el momento en que decidió que solo él podía dar vida a Ragnar Lothbrok. Sus silencios, sus medias sonrisas y su mirada, vuelven a elevar esta serie a un eslabón superior.
Y como no podía ser de otro modo viniendo de donde venimos de nuevo, de cara a preparar una final season por todo lo alto, las palabras de Horik a Floki en los instantes finales del episodio sirven para intuir una propuesta que de nuevo pasará por la traición, pero para esto tendremos que esperar al próximo jueves. Lo que no hay duda es que, a no ser que se saquen de la manga, cosa que parece improbable, un capítulo final tan lamentable como el de las dos últimas temporadas de Homeland, estamos ante una temporada realmente espectacular que si bien ya no ha tenido la baza de sorprendernos con las localizaciones y la muestra de una cultura a la que pocas horas, salvo en contadas ocasiones, se le ha dedicado por estos lares, ha conseguido crear un juego de tronos escandinavo que nada tiene que envidiar al de los Lannister & cia.
0 comentarios