De rabiosa actualidad por la guerra entre el estado de Israel y los terroristas de Hamás nos llega esta cinta que de no ser por ese conflicto es más que probable que no se hubiese estrenado comercialmente.
“Golda” repasa la trayectoria y decisiones de la primer ministro hebrea Golda Meir en la Guerra del Yom Kipur donde tras la de los Seis Días, la gran mayoría de los países islámicos de alrededor intentaron acabar con Israel. En la primera, merced al buen hacer del General Moshe Dayán y una táctica de ataque sorpresa consiguieron neutralizar la amenaza pero en el Yom Kipur los sionistas fueron los que tuvieron cierta soberbia pensando que tenían bien asentadas sus defensas, como rezan los subtítulos que aparecen al inicio.
La realización se le ha otorgado a Guy Nattiv, ganador del Oscar al mejor cortometraje por “Skin”, que ha optado por una película de corte intimista, filmada buena parte de ella en habitaciones cerradas y con una fotografía oscura y con bastante humo de Jasper Wolf que parece convertirse en una metáfora de los continuos cigarrillos que fumaba Golda Meir. Una puesta en escena que nos recuerda en más de un momento a «El instante más oscuro» de Joe Wright, con estética sombría y un Gary Oldman con toneladas de maquillaje como perfecto émulo de Winston Churchill. Aquí la caracterización es para Helen Mirren, sobresaliente actriz quien en el pasado también ha interpretado a personajes reales (recordemos su Oscar por “La Reina” de Stephen Frears) pero que a pesar de cumplir con su rol no está tan soberbia como se podría esperar aunque tampoco ayuda la dirección de Nattiv. El resto del reparto parece haber sido escogido más por su parecido físico que por otra razón y algunas secuencias fallan con estrépito como los lloros infantiles de Moshe Dayán o el autobombo de Ariel Sharon, como un claro ejemplo de desmitificación.
Quizás el principal problema de “Golda” sea su guion. Un trabajo el de Nicholas Martin que puede funcionar como tratado de estrategia militar pero que como largometraje resulta confuso y es sencillo que el no demasiado interesado en la materia se pierda entre nombres, fechas, ataques y contraataques. Sin duda, la mejor secuencia es la del encuentro entre Kissinger y Meir en su casa de Tel Aviv.
Y esa irregularidad lastra el resultado final pues “Golda” tiene momentos de interés, hablando de un momento histórico importante cuando Israel estuvo a punto de desaparecer pues como cuenta la película si los países de alrededor hubiesen derrotado al ejército hebreo, la gran mayoría de la población judía hubiese sido enviada al mar (bonito eufemismo de la palabra exterminio) y eso dio fruto a reforzar las fronteras con los Altos del Golán, Cisjordania y la Franja de Gaza, hoy de triste actualidad tras la masacre perpetrada por los terroristas de Hamás el 7 de octubre y posterior defensa israelí.
El problema es que no termina de estar bien defendida la idea en este acercamiento a la figura de Golda Meir, del que con anterioridad se hizo una miniserie con el título de “Una mujer llamada Golda” que abarcaba un espectro más amplio de su vida y que a pesar de no ser ni mucho menos perfecta dejaba para el recuerdo la interpretación de Ingrid Bergman en su último papel en el cine. Ni siquiera Helen Mirren llegará a acercarse a la gran diva sueca. Oportunidad perdida.
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