Bañada por las aguas del Ebro, erótica y vibrando entre aspavientos de carne y corazón negro, la voz de Susana Colt dispara rugidos de Soul y Rock setentero de casta al frente de MONTANA STOMP, grupo de autogestión discográfica y sabor añejo que presenta su proyecto de independencia y estilo vital en plástico de vinilo limitado, rodaja de surcos modelados al uso y salpicados de nostalgia blusera que viajan en el tiempo crujiendo como estampas vivas de nuestro extraño presente, otro disco más que reafirma la impresión de que en España cada vez hay más bandas retro que hechizadas por la magia que desprenden los astros gigantes del Rock, descubren la inmensidad de la cultura musical americana luciendo amor por esas vivencias tan emotivas que ilustraron antaño las mejores páginas de las décadas que vieron nacer el lenguaje eléctrico de la contracultura hippie.

El grupo se presenta con emoción en geografía sureña del toro, de nuestro sur apartado del mundo, y lo hace en la Sala X de la Sevilla oculta, la Sevilla clandestina que entre secretos bien guardados congrega viejos y nuevos fieles al Rock, a las guitarras, entregándose sobre las tablas del oscuro tugurio los de Aragón cuando el público aún no lo abarrota, sin complejos, seguros de sí mismos, recibiendo apoyo, satisfacción y cariño a cambio de su descarga. La tremenda Susana -garganta áspera, ovarios de fuerza y magnetismo para sus registros e inflexiones de tono- oficia repertorio plagado de clichés, memorabila clásica, a ella le gusta Janis, flipa con Etta James, Tina Turner, supongo que Aretha…influencias que autodefinen su respuesta frente a una audiencia que canción tras canción va creciendo mientras el local se hace pequeño…sube la temperatura mientras esbozos firmes del género 70’s se dibujan en la mente…

Susana deja espacio al grupo, el grupo la proteje, envolviéndola como a una pantera enjaulada que se alimenta de su entorno, no es una presencia dominante la suya pese a todo, como suele ocurrir en bandas cuya voz principal se adueña de las canciones maltratando la apertura, los arreglos, la interacción, algo que se agradece; descarada, sensual y salvaje a veces, su propia naturaleza de alma hiriente, como foco central del quinteto, se manifiesta dentro de un contexto musical equilibrado que sin duda es sólido, que funciona en conjunción a lo que todas las canciones del repertorio que se entrega al público reclaman. Guitarra de acordes precisos, fraseos punzantes, oleaje de teclados en retaguardia y una base rítmica sin fisuras ponen a punto la oscuridad de la X, atmósfera que al finalizar MONTANA su actuación, deja paso entre numerosos aplausos, algún trago de barra…al trio americano del Hombre Montaña.

JARED JAMES NICHOLS, musculado como un bárbaro, tatuajes y cuero de tribu motera vistiendo su piel, engrasadas sus greñas en rubio vikingo, con rizo y desaliño de pantanos y musgo, medusa electrizante, empuña su Epiphone Belham Blue Old Glory y la guitarra se le queda pequeña, de juguete parece…usa sus dedos (no utiliza púa ) convertidos en fustas para iniciar en acordes de poder lo que ya desde «Easy Come, Easy Go» va a ser y hasta el final, ceremonia bruta de Rock duro y alta energía. Maravilloso.

Su destreza con las seis cuerdas, alejada convenientemente de sus primeras y más domesticadas visiones de Blues, se pone al servicio de un repertorio ya endurecido que tributa óbolos para acceder al reino de los muertos, cadáveres que le proporcionan poder, emoción en su tremendo virtuosismo de vísceras bañadas en distorsión, feedback…gime la guitarra del Hombre Montaña como paquidermo en celo, se desatan obscenos aullidos desde el interior de la madera de su Les Paul, zumbidos que le presentan como un hijo bastardo de la furia de los ultimos AMBOY DUKES, o mejor, del TED NUGENT que embrutece luego las visiones del Detroit que fue tumulto y cuna de disturbios para los años que prosiguieron al «Kick Out The Jams» de MC5, en todo lo que el Heavy Rock hizo del negro afro-americano utilizando volúmenes imposibles, potencia atómica a partir de los 70.

Pero eso es una consecuencia, o una consideración demasiado obvia, lo del vikingo (tipo amable y encantador que luego tras el bolo, se prestará disfrutando a una inconcebible agresión de fans en el puesto de merchandising firmando, posando, abrazando y sonriendo con todo el mundo que se le acerca para retenerle, capturar e inmortalizar en rúbricas, imágenes digitales, su imponente disposición para el recuerdo) sugiere algunas derivaciones más específicas, quizás no visibles porque muchos se empeñan en dejarle estancando dentro de la élite actual del Blues blanco, pero a mí entender son detalles que el oído atento capta, sobretodo en disco, su último disco, fuente de acción casi exclusiva para lo que el concierto da de sí en esta noche de 25 de septiembre incendiado, como mecha de dinamita todo dentro de un explosivo cóctel metálico que no presenta dudas, impresión que terminará por estallar en dos trozos de historia pionera para la historia del Rock duro, «War Pigs» de BLACK SABBATH y la inevitable «Mississippi Queen» de MOUNTAIN, clásico de acero por excelencia para el bramido yanki en el cual se sumerge JARED con apabullante facilidad para devorar mundos como si fuese un Galactus al ser LESLIE WEST devoción y motivo de referencia para todo o casi todo lo que su voz proyecta al cantar, lo que sus riffs de piedra y monolito gigante desvelan como lava de un volcán devastador. Suena casi todo, si no todo mucho entonces, de lo que supone su último gran disco, que es el más atómico de los que ha grabado hasta la fecha, álbum que ofrece pistas de seducción…

NAZARETH, PAT TRAVERS, CACTUS, ZZ TOP, MOLLY HACHET, ROY LAST, HUMBLE PIE, el JOHN DU CANN de los mejores ATOMIC ROOSTER (los estribillos y riffs de «Bad Roots» y «Down the Drain» no mienten)..piezas de exposición que seguro conforman su puzzle ultrasónico junto a muchas otras menos oídas, menos celebradas o conocidas, incluso momentos de similar confidencia a lo que PHILIP SAYCE, su colega de hacha hiperbólica, llegó a grabar en «Steamroller», disco brutal que intuyo de lo mejor que el género de Heavy Blues en los últimos años pudo haber visto dentro de la época moderna. En cualquier caso ahí están, atronando como bombas de Nagasaki «Bad Roots», «My Delusion», «Skins N Bone», «Hardwired»…y ahí está JARED, el Hombre Montaña, vomitando fuego con cara de ángel, subyugando por su imagen, su sincero compromiso, demoledor estruendo, algo que se transmite fácilmente, sin esfuerzo, derritiendo sus dedos el acero eléctrico que se derrama fundido sobre un puñado de canciones que esperemos logren encontrar sabia continuidad en un próximo disco dentro de los límites que el estilo establece para una revisión consecuente del género: el Rock Duro, las guitarras de alta energía…lo que más parece favorecerle.

Así sea, así lo veamos. Excelente noche de X en Sevilla sin posibles incógnitas, todo preciso, justificado…directo al corazón, como debe ser.

Larga vida Hombre Montaña!

by: Lyd Heavyman

by: Lyd Heavyman

Adicto al Rock, las guitarras, los cómics Marvel de los 70, el cine mudo alemán, los libros que no puede entender y la tortilla de patatas de la venta Quemada.

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