A nadie con un mínimo de interés en las profundidades del amplio espectro general del hard rock melódico coge por sorpresa que los británicos F.M. sean uno de los grandes héroes del A.O.R. Bien es cierto que podríamos suponer que por razones geográficas, las incontenible mano del azar o lo que sea, nunca gozaron del reconocimiento masivo fuera del círculo de fans de este tipo de música, no lograron-aun poseyendo facultades de sobra- en el “mainstream” norteamericano que llevó al hard rock y todo aquello que actuaba de satélite próximo a audiencias que consumían compulsivamente lo que las ondas les ofrecían y que con la misma facilidad y falta de fidelidad le dieron la espalda cuando tocó el turno de la siguiente reina del baile. Quizás a F.M. le faltó ese toque “comercial” en sus canciones que por ejemplo sabían como incorporar de forma natural bandas como Nightranger, quizás…
Pero el tiempo coloca a cada cual en su sitio, y a F.M. le ha reservado el de ser una de las bandas más elegantes y mágicas que ha dado la vertiente más melosa del rock potente. “Brotherhood” es su nuevo disco, el mismo año que se cumplen treinta y nueve desde su debut discográfico con “Indiscreet”. A estas alturas sabes de sobras lo que vas a encontrar en un disco de F.M. y que raro va a ser que no termines rendido a sus pies. Las melodías vocales como principal atractivo, juegos corales que evitan el exceso, ritmos sincronizados con leves movimientos corporales, guitarras que saben entrar en el momento justo para dejar constancias que están presentes.
Steve Overland sigue siendo la jugada maestra de F.M., su registro vocal, la calidez con la que afronta unas melodías que en su garganta parecen sencillas, la calidez propia que se extiende con cada palabra. Overland pertenece a esa estirpe de vocalistas excelsos que reconoces a la primera inflexión. ¿Qué encontramos en “Brotherhood”?. Pues baladas inmensas como “Just walk away”, tan íntima y urbana que sabe a noche para no olvidar. Canciones pegadizas, himnos a la melodía como “Living on the run” o “Don’t call it love”, donde sacan el músculo necesario y suficiente para dejar constancia de que entre océanos de melodías son capaces de hacer navegar riffs de guitarras. El aroma añejo de “Raised on the wrong side” o el rock americano pasado por el tamiz de F.M. que podemos degustar en la inicial “Do you mean it” o esa joya A.O.R. que imaginas en una banda sonora de cualquier película de los ochenta llamada “Because of you” y cuyo estribillo me recuerda a otra banda que nunca ha obtenido su más justo reconocimiento, Magnum. !Un disco sencillamente inmenso!.




















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