Los más de 30.000 asistentes a esta cuarta edición del Vive Latino en Zaragoza vivieron dos impagables jornadas de música y buen rollo. Tres escenarios (Ámbar, Caja Rural de Aragón y Escena VL), desplegaron buena parte de la mejor música en castellano que se hace a ambos lados del Atlántico. El Vive Latino empieza a echar verdaderas raíces en Zaragoza. Esta cuarta edición es la de la consolidación definitiva aunque también es la que evidencia que es imposible hacer un festival así sin repetir nombres de ediciones anteriores. Eso sí, la organización fue perfecta, los conciertos puntuales, baños sin esperas y los precios de las bebidas tan desorbitados como viene siendo habitual en estos eventos. También he de mencionar las numerosas condenas al genocidio en Palestina. La fiesta y la música no nos hacen menos humanos o insensibles al dolor, todo lo contrario.

La jornada arrancó para mí justo cuando Alcalá Norte empezaban su actuación en el Escenario Ámbar con el inimitable Jaime Barbosa, bota de vino en mano, saludaba al público local al grito de Zaragozaaaaaaaa!!!!. La bota de vino fue apagando la sed del público mientras el grupo iba desgranando los temas de su LP homónimo. No defraudaron a sus numerosos seguidores con su buen rollo y no faltaron temas como La vida cañón o La sangre del pobre. Alcalá Norte y su peculiar maridaje post-punk con guitarrazos fueron un excelente punto de partida para esta edición del Vive Latino. Como dato curioso, Álvaro Rivas salió con una camiseta de Cetina y debajo llevaba otra de la Dolores de Calatayud. Así se gana Alcalá Norte a su público.

A Priori, no parecen Los secretos un grupo para un festival, pero son un estilo en sí mismos y pueden hacer lo que quieran. A tu lado o Déjame son himnos intergeneracionales que siguen emocionado 4 décadas después. No son animales de escenario pero cumplen. Incluso se atrevieron con una versión de El bulevar de los sueños rotos de Sabina. Coque Malla repetía en este festival (ya estuvo en la edición de 2022) aunque esta vez venía con Los Ronaldos como artistas invitados y tampoco defraudó. Estuvo enérgico y divertido repasando sus éxitos de estos 40 años de carrera. Se dice pronto.

En el mismo escenario volví a ver a los padrinos del indie-pop nacional: Love of Lesbian. Han pasado 25 años desde que los vi por primera ver en Zaragoza (teloneando a The Cure, nada menos), han evolucionado mucho pero himnos como Incendios de nieve, 1999, Allí donde solíamos gritar o Club de fans de John Boy no han perdido un ápice de su fascinación inicial. Tampoco temas más recientes como Contradicción van escasos de emoción. Esta claro que Love of lesbian ganaron otro año «La Champions y el Mundial» en el Vive latino.
Poseído por el síndrome de la pelota que va rebotando de un escenario a otro, me escapé al escenario Caja Rural de Aragón para ver un rato a Shinova (me escapé a ver la lucha libre mexicana) pero fueron los G-5 los que me cautivaron. El supergrupo formado por Kiko Veneno, Muchachito, Tomasito, El Canijo de Jerez y Diego ‘El Ratón’ salieron ataviados como presos recién fugados de presidio. Admito que su fusión canalla de flamenco, rumba y todo lo que se les ponga por delante me ganó por goleada. Hicieron disfrutar al respetable con El porro, El vino y el pescado, Querido Javier, Badajoz, etc. Eso es pasárselo bien y el resto son tonterías.

En el escenario Escena VL pude disfrutar un rato del rock de los mexicanos La Gusana Ciega (no los conocía y me gustaron) pero disfruté mucho de los colombianos Monsieur Periné y su increíble buen hacer latino. Catalina García y Santiago Prieto desplegaron sus mejores armas en un show deslumbrante tanto en lo musical como en lo visual. Cala Vento tampoco defraudaron, los catalanes venían a presentar su nuevo LP, Brindis, que celebra sus 10 años como grupo y del cual rescataron entre otros Insurrección de El Último de la fila o Lento de Julieta Venegas.
En un festival siempre te pierdes grupos y luego te arrepientes. No pude apenas apreciar el show de Los Ángeles Azules, reyes incombustibles de la cumbia, había que descansar y alimentarse en algún momento. Sí me aguanté hasta las 2 de la mañana a ver el show de Alizzz, aunque las fuerzas me fallaron y no me quedé hasta el final. Cuando, exhausto, pasaba por el escenario Escena VL hacia la salida, vi que Momo lo estaba petando de lo lindo. Este rapero local puede dar mucho que hablar en muy poco tiempo. Y hasta aquí lo que me dio este frenético primer día del Vive Latino.























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