La franquicia de “Alien” lleva dando grandes réditos desde el estreno de “El octavo pasajero” a finales de los setenta, fruto de un excelente guion que debemos al talento de Dan O’ Bannon (quien no pudo ver estrenado su trabajo y tras un fuerte litigio, por lo menos, consiguió ver su nombre en los créditos) y la dirección de Ridley Scott en uno de sus mejores trabajos.

Desde entonces, la saga ha tenido una primera fase irregular, con unas secuelas mejores que otras, pero con grandes nombres en la dirección como james Cameron, David Fincher o Jean Pierre Jeunet. Continuó con algunas “explotations”, uniéndolo a otro extraterrestre asesino como el “Predator” para regresar, de nuevo, de la mano de Ridley Scott en la flojas “Prometheus”, “Covenant” y “Romulus”.
Ahora llega esta supuesta precuela en formato serie con el título “Alien, Planeta Tierra” que como reclamo en su título nos presenta una acción en nuestro planeta. Nada más lejos de la realidad pues a ese punto se llega en los dos últimos episodios y en una isla tan recóndita que nos recuerda a la de “Perdidos”. El resto, filmado en el espacio y la nave principal, es un disparate desproporcionado, un sin sentido cuyas únicas virtudes se deben a reeditar escenas de las anteriores películas.
El principal error es la presencia del xenomorfo pues traiciona su esencia: la de cazador implacable sin ninguna emoción ni remordimiento. Aquí, su presencia es secundaria y en un extraño, y vergonzoso, giro de los acontecimientos será domesticado por una joven que lo puede dominar y utilizar para sus fines. Una idea que lamina cualquier tipo de análisis serio y que hunde todo el edificio que intenta cimentar su creador Noah Hawley.
Un problema el de estos tiempos es el de actualizar clásicos del pasado pero adaptándolo a estos tiempos aunque sólo en la superficie, con los personajes ya conocidos, pero sin ningún ápice del espíritu que le hizo célebre. Así, “Alien, Planeta Tierra” se convierte en un serial cuyo público destinado debe ser el adolescente (no sabemos bien si le interesará) pues quien se erige como centro de la trama es un grupo de niños al que se les hibrida en cuerpos de jóvenes (estupenda metáfora de la actualidad) y que son los que sin miedo pueden superar cualquier problema al que se encuentren. Por lo demás, tenemos un niño rico, malo y caprichoso en el bando de los malvados y unos adultos que tampoco salen bien parados, ni los humanos ni los sintéticos, dominados por los múltiples “aniquiladores espaciales” que van apareciendo como “deus ex machina”.
Un deficiente intento de reverdecer al temible xenomorfo aunque en el lado positivo los ocho episodios están bien filmados y la banda sonora del final de los episodios está bien elegida con bandas como Black Sabbath, Tool, Metallica o Pearl Jam.




















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