La filmografía como director de Mel Gibson es cuanto menos interesante pues sus cinco filmes anteriores (“El hombre sin rostro”, “Braveheart”, “La pasión de Cristo”, “Apocalypto” y «Hasta el último hombre») son piezas arriesgadas, bien dirigidas y con un temple como realizador que le convierte como de lo más destacado del panorama actual aunque da la impresión que es siempre infravalorado, tal vez por su declaraciones públicas o por su carrera como actor, todo un icono del cine de acción.
En este, su sexto filme, cambia de “tercio” y se acerca a su trayectoria interpretativa pues estamos ante un largometraje de aventuras, de bajo presupuesto, en un casi único escenario y pocas pretensiones, salvo entretener en noventa minutos, cosa que consigue viendo el resultado final de esta “Amenaza en el aire”.
Un Mel Gibson que como director opta por homenajear al cine de los ochenta y noventa con una historia sencilla donde una agente de policía debe custodiar a un testigo de una banda mafiosa para que llegue vivo a los juzgados. Naturalmente los villanos envían a un sicario para eliminar a la amenaza y comienza una lucha entre la inspectora y el psicópata por lograr el objetivo. Un guion el de Jared Rosenberg que recuerda al de cintas como “Ruta suicida” de Clint Eastwood o “Arma letal 2” de Richard Donner, donde recordemos aparecía como protagonista Mel Gibson en uno de sus papeles más célebres.
Y de mucho del cine de Richard Donner, o de otros artesanos de la acción ochentera y noventera como John Mc Tiernan o Walter Hill, bebe el Gibson director en su obra menos ambiciosa pues la única novedad estriba en que la película se desarrolla en una avioneta en pleno vuelo. Y con esos mimbres tan mínimos, Gibson realiza un “blockbuster” sin ambición pero entretenido y con buenos momentos de tensión, lo cual es complicado pues en todo momento planea la sensación de ridículo por el nulo argumento, casi una excusa. Gibson demuestra estar muy por encima del “libreto” encomendado. Uno de esos casos que lo que se cuenta se encuentra por debajo de cómo se cuenta, demostrando Gibson su pericia detrás de las cámaras en un producto imaginamos que alimenticio para conseguir el suficiente presupuesto para su próxima “La resurrección de Cristo”. Una técnica que utilizó Francis Ford Coppola en el pasado para nutrir sus producciones más complejas.
Una “Amenaza en el aire” que ofrece lo que propone, sin más, y que hasta se puede disculpar al Mark Wahlberg más histriónico porque es lo que pide su personaje, un Topher Grace simpático y una Michelle Dockery como heroína de la función sintiendo como alivio cómico la relajante voz del controlador aéreo (de lo mejor de la historia) con la que comienza un divertido flirteo en esta divertida película que, aun así, se encuentra entre lo peor rodado por Mel Gibson.
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