Noche de sonidos de raigambre americana en una edición del Outono Fest en la localidad de Santiago. Doble ración de country rock visto desde dos visiones un tanto diferenciadas y al mismo tiempo complementarias, que han conjuntado de forma envidiable para deleite y solaz de los asistentes.
Abrieron la partida el quinteto de Toronto THE COMMONERS, que desde el primer segundo te ponen en acción. Su música sureña propulsada por su querencia por el clásico rock de los 70s de marcado pelaje blues, es embriagadora con sus riff sólidos basados en una slide ardiente más la voz de Chris Medhurst, con ese calor soul.
Su repertorio es como el primer trago de bourbon en la garganta. Entra con ese aroma a vieja madera quemando la garganta, predisponiéndote a sucesivos tragos. Básicamente en sus muy apreciados 40 minutos ofrecieron mayormente un repaso a su fenomenal último trabajo Restless (uno de esos lps de este año que no deben olvidar Vds) Devil Teasin Me, The Way I Am, que tanto recuerda a los Crowes. Y la fantástica pieza de rock sureño de See You Again, con unos teclados marcando la atmósfera al estilo de Lynyrd Skynyrd, son puntos álgidos e inolvidables para el gustoso público amante del rock sureño.
Voz áspera propia de genuino rock, coros, riffs llenos de blues envueltos en líneas de bajo contundentes y con resabios toques soul, son una combinación infalible. Un set excelente y perfecto para la apertura de una noche de rock and roll. Necesario poder contemplarlo completo por cuanto las sensaciones que este encuentro ha mostrado son magníficas, si uno necesita del viejo rock en vena.
Tras la buena nueva dejada por The Commoners, llegó el plato principal que viene servido por los compatriotas de los teloneros, THE SHEEPDOGS, que, además, venían con el estreno de nuevo trabajo, el mini lp Hell Together. Desconozco si Vds han escuchado los discos de la banda, es de esperar que sí. Pues bien, olvídense de los lps de estudio que por otra parte, son sobresalientes, pues lo que ofrecen encima del escenario es la fantasía que cualquier seguidor de los sonidos del rock sureño tiene en sus sueños.
Si en estudio su sonido retro 70s está muy bien medido y en cierto modo constreñido al formato de canción radiable, todo ello vuela por los aires en cuanto se muestran en escena. Los temas ya no están limitados a la usual duración de 3 o 4 minutos, ni la estructura de canción es la usual estrofa estribillo con un corto solo intercalado. Encima de la alfombra del escenario, el grupo se deja llevar por un desenfreno de guitarras dobladas, alternancias de solos, teclados surgiendo por doquier intercalando calor y una sección rítmica que como un metrónomo sirve de enlace y presentación a cada solo de las seis cuerdas.
Y si a todo ello le suman que las armonías vocales son magníficas, el sumatorio de todo ello es que encima de las tablas la banda es un soberbio torbellino. En cuanto al set de la banda, consistió en todo un repaso por su discografía (bastante extensa entre singles, lps etc), no había sitio para todo, pero la representación de su carrera fue bastante acertada: Take Me A Ride (Paradise Alone), Bad Lieutenant (Future Nostalgia), Nobody (Changing Colors), Feelin Good (The Sheepdogs), I Dont Know (Five Easy Pieces) , Find The Truth, Scarborough Street Fight (Outta Sight) , Southern Dreamin (Learn and Burn). Sin embargo, lo importante no son las canciones, sino cómo las interpretan, algo que es de locura. Con Ewan Currie, esa voz orbisoniana peleando amigablemente contra las guitarras de Ricky Paquette, convertido por momentos en una especie de Randy Rhoads del rock sureño, cuando el hermano de Currie dejaba su labor de teclista, para aparecer como tercer guitarrista.
De la parte rítmica mejor no decir nada por miedo a quedarme corto en halagos. Lo dicho, excelso directo que ponen muy en alto a la banda, a la cual el estudio se les queda corto, visto cómo funcionan en las tablas. Una gran noche de rock de raíz norteamericana con dos propuestas excelentes que se complementaron a las mil maravillas para hacer de la usual noche de lluvia algo inolvidable.
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