Segunda entrega del nuevo producto creado por Ryan Murphy “Monstruos”, tras el dedicado a Jeffrey Dahmer. En este caso tenemos la historia de los hermanos Lyle y Erik Menendez que a finales de los ochenta mataron de forma bestial a sus padres. Tras su detención y juicio aparecieron unas horribles declaraciones donde acusaban a sus progenitores de abusos sexuales continuados.
Una ambigüedad moral que destila en los nueve episodios, narrados en tres actos claramente diferenciados, con un primero donde se nos narra la cómoda vida de unos chicos malcriados, hijos de un empresario musical de éxito, hasta que cometen el crimen, luego se nos conduce por la senda de investigación policial hasta que son detenidos y la parte final es su estancia en prisión y los juicios, jalonados por dos capítulos (el sexto y el séptimo) más extraños dentro de una planificación más conservadora pues uno es una confesión a su abogada en plano secuencia (y buena parte de él en plano fijo) y el otro con un “flashback” de los inicios como pareja de los padres hasta el asesinato.
Una serie que dentro de sus defectos funciona merced a una puesta en escena con gran ambientación de la época y selección de canciones (también brillante es el score de Thomas y Julia Newman), un guion algo tramposo pero que se lleva bien y no aburre, lo cuál es un logro pues algunos testimonios y situaciones se repiten varias veces. Quizás las realizaciones sí sean más irregulares pues alternan directores siendo el nombre más conocido el de Carl Franklin al que le otorgan los dos primeros.
En el capítulo actoral los dos jóvenes Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch son creíbles como homicidas, con dos personalidades diferentes pero compatibles, uno más retraído y el otro soberbio y antipático. Consiguen que empaticemos o no con ellos según va avanzando la trama hasta el agridulce final con el “I miss you” de Milli Vanilli, formación musical tan fraudulenta como las declaraciones de los chicos como sugiere la serie. Un grupo que tiene cierta importancia en este “Monstruos” pues el primer capítulo se titula precisamente como el dúo que consiguió el Grammy cantando en “playback”.
Les acompañan unos espléndidos Javier Bardem y Chloë Sevigny como los desventurados padres. Profesionales que demuestran su innegable talento con unos roles complicados donde deben hacer creíble esa dualidad que impone sus personajes. Junto a ellos podemos observar a secundarios de peso como Nathan Lane.
“Monstruos” es otra “muesca” más del modo de entender la televisión de Ryan Murphy, buceando en los más bajos instintos de la condición humana. Entretenimiento de calidad, bien construido, de cimiento sólido y una truculencia que tiñe toda la trama logrando el interés del espectador amante de estos “true crimes” y de la sordidez a la que puede llegar la mente humana.
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