La primera entrega de «Los anillos de poder» erraba en su planteamiento y buena parte de sus personajes y acciones, lastrada por un guion donde no existía el “viaje del héroe” en los protagonistas pero que en el último episodio sí mejoraba ofreciendo algo de la épica de la que adolecía el resto de la narración.
Parece que en esta continuación han intentado sus creadores mejorar algo la trama y que la parte positiva tenga ciertos problemas frente a los villanos (Celebrimbor es engañado, Galadriel es apresada, los enanos tienen serias disputas con su rey…), lo cual se agradece aunque siga marcada por la mala definición de personajes de su antecedente. Además vuelven a cometer otro error grave al ofrecer motivaciones a los antagonistas, tanto a Sauron, el cual no se mueve por maldad sino porque cree que puede lograr la paz en la Tierra Media, a su manera o especialmente risible son los núcleos familiares en los Uruk Hai, lo que les ofrece un sentido a su lucha. Algo así como una “razón de Estado” para comportarse como guerreros sin piedad. Ideas de Maquiavelo que termina en un final shakesperiano, con los hijos matando a los padres.
Todo en un montaje paralelo, dando primacía a la historia de la creación de los anillos, con unas secuencias e ideas mejores que otras donde Gandalf intenta encontrar su sitio (ya mucho menos ayudado por las “pelosas”), los hombres buscan sus luchas de poder, los enanos mejorar sus minas mientras su rey enloquece o los elfos decidiendo si entran en combate o no.
Pero a pesar de este intento de mejora, el producto de Patrick Mc Kay y John D. Payne queda lejos, no de las películas de Peter Jackson, del espíritu de Tolkien pues su adaptación a los tiempos actuales no tiene ningún sentido por lo explicado antes. Han tomado el nombre y los escenarios del escritor británico para hacer otra cosa completamente distinta pero aprovechando la fama de “El señor de los anillos”. No creemos que se deba a no entender la novela sino a enmendar la obra por algo que ellos consideran más apto para las nuevas generaciones y no tan caduco como el bien y el mal separado. Eso denota cierta falta de imaginación pues deberían haber construido un nuevo relato en escenarios y nuevos personajes inventados.
Una lástima pues la factura técnica es excelente, los efectos especiales, fotografía y banda sonora de altura y los últimos capítulos, como sucedía en la primera, sí poseen cierto magnetismo y nos recuerda a épicas batallas como la de “Las dos torres” pero a pesar de su intento en revertir el fracaso de visionados anterior, Amazon lo tiene complicado con estos mimbres, por mucha oscuridad que intente mostrarnos en “El señor de los anillos: Los anillos de poder”.
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