Irreverente, violenta, cachonda, descerebrada, irónica y cargada de mala uva. Así es esta Deadpool y Lobezno. No le busques la lógica a la trama, no la tiene. No pretendas darle sentido al caos en el que se ha convertido el Universo Cinematográfico Marvel, no busques coherencia ni sentido a esta gamberrada que parece escrita por cuatro colegas hasta las cejas de crack. Deadpool y Lobezno sólo pretende entretener de la forma menos sutil posible. Y vaya si lo consigue.
Más allá del innegable carisma de Ryan Reynolds y su Deadpool, el regreso de Hugh Jackman al papel de Lobezno es la mayor baza comercial de esta macarrada. Volvemos a ver al Lobezno más malencarado y salvaje para que haga las delicias de los amantes del cómic (a los que les deparan bastantes guiños). Por cierto, Rob Liefeld (muy probablemente el peor dibujante de cómic de la historia) se basó claramente en Lobezno y Spider-Man para crear a Deadpool, con lo que la inclusión de Lobezno en este film cobra sentido. Es innegable que Deadpool y Lobezno consigue hacerte pasar un buen rato pero no deja ningún poso. Es como una hamburguesa del McDonald’s: se consume rápido y viene con un muñeco para que se entretengan los críos, pero se olvida al momento. Ni los cameos son tan memorables ni las escenas de acción son nada que no hayamos visto ya cientos de veces. Vaya.
Lo mejor del film es ese humor macarra típico de Deadpool, sin duda. Pero el guión adolece de una simpleza argumental aplastante. Creo, sinceramente, que se lo podrían haber currado bastante más. El caca, culo, pedo, pis ya empieza a cansar. Todo ese rollo de la agencia de los viajes en el tiempo me parece un ladrillo de cuidado. ¿Los de Marvel no se han dado cuenta que su caída a los infiernos comenzó cuando empezaron a explorar el multiverso? Además, las escenas de acción me resultaron repetitivas y poco imaginativas. Deadpool sigue teniendo mucha guasa pero sus peleas han perdido eficacia. Allá por 2016, Deadpool fue un irreverente vendaval de aire fresco que casi una década después ha perdido buena parte de su brío. ¿Y la villana de la función? pues pasable, Emma Corrin me gustó aunque podría haber dado mucho más juego si los fumados guionistas no hubieran gastado todas sus neuronas en chistes verdes.
Más allá de los guiños, los cameos, la sangre a litros, las palabrotas y los chistes subidos de tono, Deadpool y Lobezno ha perdido la oportunidad de ser esa película que nos devolviera la credibilidad perdida en una Marvel en franca decadencia desde Vengadores: Endgame. Ha sido todo un éxito comercial, así que tendremos a Hugh Jackman haciendo de Lobezno hasta los 90 años.
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