No cabe duda de que Amaral es parte importante del pop rock en español desde su formación en los noventa del pasado siglo hasta el presente. Una banda que bien puede tocar para un público de sonidos comerciales como más roquero, como la semana pasada sucedió en el Low Festival compartiendo cartel con los mismísimos Pixies. Y es que lo comercial no es sinónimo de falta de calidad. Sólo hay que ver la colección de guitarras que nos presentaron, comenzando con una preciosa Gretsch blanca, Gibson eléctricas y acústicas o Fender.
Y algo así sucedió en su paso por el Tío Pepe Festival, con una Bodega Las Copas llena hasta la bandera, con unos seguidores dispuestos a disfrutar de un repertorio que es apabullante en cuanto a número de éxitos, pues Amaral es lo contrario al “one hit wonder”. Bien ejecutado por el dúo y sus cuatro acompañantes con batería, bajo, sintetizador y saxo. Pop rock de muchos quilates.
Desde el inicio se podía ver a Eva Amaral y Juan Aguirre contentos de estar en un lugar tan señero como Jerez de la Frontera y en un recinto tan bonito como es el que todos los años presenta la Bodega González Byass. Juan, detrás dejando el protagonismo a una Eva, más que correcta con su voz de mezzo.
Comienzo enérgico con una versión extendida de “Sin ti no soy nada”, con la referida Gretsch blanca y Eva ataviada con una Rickenbacker y un corto vestido verde de una pieza con lentejuelas multicolor, con la que calentó una noche de por sí cálida en estas latitudes meridionales. Tras ella, el presente en forma de su último sencillo “Rompehielos” y otra vuelta a su pasado glorioso con “Días de verano”. En esos momentos uno piensa en esos dos discos tan escuchados en su día como son “Pájaros en la cabeza” y “Estrella de mar”, de donde salió más de la mitad de los temas de un set list que hizo las delicias de sus muchísimos seguidores.
¿Qué se puede decir ante una primera parte donde sonó “Días de verano”, “Salta”, “Salir corriendo” en versión acústica o “Moriría por vos”? Cortes que hacen recordar a los presentes otros tiempos, posiblemente mejores o, por lo menos, más sencillos. Los músicos demuestran todas las tablas de su dilatada trayectoria, mostrándose cordiales y, en algún momento, reivindicativos.
Siguen los clásicos envueltos en otros cortes de álbumes con menos “pegada” como “Hacia lo salvaje” o “Salto al color” con canciones como “Hacia lo salvaje” y “Ruido” aunque se viven momentos de más excitación con “Resurrección”, “Como hablar” o “Kamikaze”.
Para la “traca final” dejan la más concienciada con el feminismo “Revolución” y dos básicas en su cancionero como “Marta, Sebas, Guille y los demás”, “El universo sobre mí” y un segundo bis con “Cuando suba la marea” que sirven de despedida entre vítores y aplausos mientras la gente desfila con una sonrisa en el rostro camino de la salida, de buscar el coche aparcado por la zona o el taxi que les conduzca a su domicilio tras una hora y tres cuartos donde les hicieron soñar, merced a este dúo zaragozano que, sin duda, triunfó en este directo en tierras gaditanas.
Fotografías: Adrián Fatou (cortesía de la organización)
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