Una luz verde, en un Seven Eleven.
Te detienes a por un paquete de cigarrillos.
No fumas, ni siquiera quieres hacerlo.
Escucha, ahora, mira tu cambio,
vestida de accidente de coche,
tus ruedas giran pero estás boca arriba.
Dices, cuando él te pega, que no te importa
porque cuando te hiere te sientes viva;
es lo que parece.
Luces rojas, mañana gris,
sales a trompicones de un hoyo en el suelo.
Vampiro o víctima,
depende de quién haya alrededor.
Solías quedarte a ver los anuncios,
podías sincronizar los labios con los programas de entrevistas.
Y si miras, si miras a través de mí,
cuando hablas, me hablas a mí
y cuando te toco, no sientes nada.
Si pudiera quedarme
la noche te delataría.
Quédate y el día conservará su confianza.
Quédate y la noche será suficiente.
Tan lejos y tan cerca,
allá arriba, con esa interferencia y la radio,
con televisión por satélite,
puedes ir a cualquier parte,
Miami, New Orleans,
Londres, Belfast y Berlín.
Y si oyes que no puedo llamar,
si saltas, puede que caigas
y si gritas, sólo te oiré a ti.
Si pudiera quedarme,
la noche, entonces, te entregaría.
Quédate, así el día mantendría su confianza.
Quédate con los demonios con los que te ahogaste.
Quédate con ese espíritu que encontré.
Quédate y la noche será suficiente.
Son las tres de la mañana,
hay silencio y nadie alrededor,
solo un golpe y ese alboroto,
como un ángel que huye hacia la tierra.
Solo un golpe
y ese escándalo,
como un ángel
que cae al suelo.
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