Israel Nash llegó a la Rock & Blues para presentar su fantástico Ozarker, su último trabajo discográfico editado en Octubre pasado. Un trabajo cuyos cortes fueron la base sobre la que cimentó su concierto el de Misuri (aunque afincado en Texas). Acompañado de una banda impecable, Nash (sombrero y Gretsch en ristre) estuvo más que correcto defendiendo su repertorio a base de Americana y Country con pinceladas de rock. Con estos mimbres salió a triunfar ante una audiencia entregada. Ya sabemos que este tipo de música polvorienta tiene muchos fieles por la tierra del cierzo.
Abrió fuego con Can`t stop que también abre Ozarker e intuimos que iban a primar las emociones sobre las descargas de electricidad. Antes de cada tema, Nash suele introducir a la audiencia en su particular mundo de misticismo en el que pasado y fututo confluyen en ese efímero instante que es el presente. Nash es un tipo comprometido y melancólico que cree firmemente en el poder de la música para curar e unir a las personas. Su concierto se podría ver como un hermoso viaje de hora y media al corazón de una América más imaginada que real. A esa sensación de ensueño contribuyó notablemente esa pedal steel de evocador sonido que fue casi el hilo conductor de la velada. ¿He dicho que la banda estuvo impecable? Pues lo repito.
De lo interpretado ayer me quedo con Roman Candle, Ozarker y Pieces. A la hora y poco de concierto Israel Nash y su banda hacen amago de irse pero volvieron a los pocos segundos, Nash esta vez sin sombrero, para desmelenarse en Firedance y acabar con una increíble Rain plans que supo a gloria. Por un rato Zaragoza se cubrió del fino polvo del desierto norteamericano gracias a las íntimas y cálidas melodías de Israel Nash.
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