Boddah se pronuncia:
Hablo con la lengua de un sufrido bobalicón que obviamente preferiría ser un castrado y pueril quejica. Esta nota debería ser bastante fácil de entender. Todas esas advertencias de los 101 cursos de rock en los últimos años, desde mi primera incursión en la, digamos, ética enredada con el autogobierno y el abrazo a tu comunidad, han resultado ser muy ciertas. Hacía muchos años que no sentía la emoción de escuchar y crear música a la vez que leo y escribo. Me siento indescriptiblemente culpable por esto. Por ejemplo, cuando estamos entre bastidores y se apagan las luces y el rugido frenético de la multitud empieza, no me afecta de la misma manera que a Freddy Mercury, quien parecía amar y deleitarse con el amor y adoración de la muchedumbre. Lo cual es algo que admiro y envidio absolutamente. El hecho es que no puedo engañaos. A ninguno de vosotros. Simplemente no es justo ni para mí ni para vosotros. El peor crimen que se me ocurre sería estafar a la gente por fingir que hago como si me estuviera divirtiendo al 100%. A veces me siento como si tuviera que fichar antes de salir al escenario. He hecho todo lo que estaba en mi mano para agradecerlo y lo hago. Dios mío, créeme que lo hago, pero no es suficiente.
Agradezco el hecho de que nosotros y yo hayamos conmovido y entretenido a muchísima gente. Debo ser uno de esos narcisistas que solo aprecian las cosas cuando se acaban. Soy demasiado sensible. Necesito estar un poco adormecido para recuperar el entusiasmo que tenía cuando era niño. En nuestras tres últimas giras he tenido un aprecio mucho mayor por toda esa gente que he conocido personalmente también como fans de nuestra música, aunque todavía no puedo superar esa frustración, esa culpa y empatía que siento por todos. Hay bondad en todos nosostros y creo que sencillamente queremos a la gente demasiado. Tanto que esto me hace sentir jodidamente triste. El delicado, desagradecido y melancólico piscis llamado Jesús. ¿Por qué no te limitas a disfrutar? No lo sé. Tengo a una diosa como esposa que suda ambición y empatía, y una hija que me recuerda demasiado a cómo solía estar yo.
Lleno de amor y alegría besando a cada persona que conocía porque todos eran buenos y no me harían daño. Y esto me aterroriza hasta el punto de que apenas puedo funcionar. No soporto la idea de que Frances se convierta en el miserable autodestructivo y mortal rockero en el que me he convertido. Me va bien, muy bien, y estoy agradecido, pero desde los 7 años me he vuelto ofensivo hacia todos los humanos en general. Solo porque parece tan fácil para la gente llevarse bien y tener empatía. ¡Empatía! Solo porque amo y creo en la gente demasiado, supongo. Gracias a todos desde el pozo de mi nauseabundo estómago por vuestras cartas y preocupación durante los últimos años. ¡Tengo mucho de bebé errático y malhumorado! Ya no tengo esa pasión, así que recuerda que es mejor apagarse que desvanecerse. Paz, amor y empatía. Kurt Cobain.
Frances y Courtney, estaré en vuestro después.
Por favor, sigue adelante Courtney,
por Frances,
por su vida, que será mucho más feliz sin mí. Os quiero. ¡Os quiero!
Hay muchos factores que rodean la muerte de Cobain… Pero el principal es el enorme conflicto que tenía entre amar y odiar a la gente.
Se contradice durante toda la carta.
Las drogas retrasan la madurez de la persona, tomarlas es posponer lo que te tienes que meter en el cerebro para más adelante…
y la factura se paga, principalmente porque se la lleva el corazón. Es un proceso neuronal del corazón, madurar. No del intelecto…
Por eso a los drogadictos les cuesta tanto dejar la droga… y siguen escapando hacia delante de esa factura por llegar…
Se vuelven niños viejos, y cuando la factura del viejo pasa al corazón del niño no lo soportan.
Clarice Lispector, decía: «Siempre que voy a una fiesta nunca me drogo, porque me gusta estar alerta»…
Cualquiera que haya leído a los grandes autores, se habrá fijado en que los problemas también vienen de dentro,
no solo de fuera, y hay que estar alerta para detectarlos y comprender de dónde vienen.
Cruzar el puente de la realidad, hacia la realidad real no es fácil.. muchos artistas mueren en el intento por suicidio…
Uno de los que logró cruzar ese puente psíquico es César Vallejo… que socarronamente te dice: Vives si mueres,
si mueres de tu edad, ¿Que no? ¿Que sí pero que no?
Otro autor del que ahora no recuerdo el nombre decía.. «Intuyo que cada vez iré sintiendo menos y recordando más»…
eso se llama envejecer simplemente…
Cobain se veía a sí mismo como un niño, un bebé, en ese tránsito de descubrir la realidad real de la vida… y por las drogas
no supo estar a la altura de la exigencia de su existencia.
Curiosamente se compara con Freddy Mercury… que sí que era un tipo maduro…solo hay que leer sus letras para comprobarlo…
es diferente. Su corazón creció con el tiempo, pero el de Cobain no.. no maduró …
Cobain dejó de sentir … me parece que se llama distimia… Eso se puede tratar… pero él se drogaba para conseguir sentir más y
lo único que hacía era joderse los mecanismos neuronales que funcionan bien de manera natural… para eso están. Las sustancias
químicas del cerebro se sintetizan en dos o tres meses porque funcionan con segundos y terceros mensajeros. Interrumpir ese
tránsito con drogas jode ese circuito y provoca lo que provoca.
Para finalizar, voy a colgar aquí un poema de César Vallejo. Un poema retante, con el que te habla desde el otro lado del abismo.
Desde el otro lado del puente ya cruzado, y lo dice todo desde su propia intemperie interminable.
EL ALMA QUE SUFRIÓ DE SER SU CUERPO
Tú sufres de una glándula endocrínica, se ve,
o, quizá,
sufres de mí, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde está la tiniebla tenebrosa.
Tú das vuelta al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustándote el cuello; eso se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tú, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
y, aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de Darwin,
alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.
Y tú lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltándote a llorar.
Tú, luego, has nacido; eso
también se ve de lejos, infeliz y cállate,
y soportas la calle que te dio la suerte
y a tu ombligo interrogas: ¿dónde? ¿cómo?
Amigo mío, estás completamente, .
hasta el pelo, en el año treinta y ocho,
nicolás o santiago, tal o cual,
estés contigo o con tu aborto o conmigo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hércules autónomo…
Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.
¿Que nó? ¿Que sí, pero que nó?
¡Pobre mono!… ¡Dame la pata!… No. La mano, he dicho.
¡Salud! ¡Y sufre!