Slow horses es una estupenda serie de Apple Tv+ y la BBC basada en los libros de Mick Herron, a quien algunos llaman el nuevo John le Carré. Slow horses tiene todos los ingredientes propios de las mejores producciones británicas. La ciénaga es el cochambroso edificio al que van a parar los agentes del MI5 (servicio secreto británico) que la han pifiado, los llamados «caballos lentos», a quienes se les asignan las tareas más tediosas y, aparentemente, irrelevantes. Sin embargo, nada es lo que parece en esta deconstrucción de las historias de espías y estos caballos lentos se verán envueltos en los secretos más oscuros de las cloacas del estado. Vamos, que el lujo y los coches caros de las películas de James Bond están en las antípodas de Slow horses, siendo ésta bastante más realista y sórdida aunque mucho más verosímil.
Al frente de esta panda de perdedores están el veterano agente Jackson Lamb (Gary Oldman), un tipo bastante repulsivo: soez, amante de la comida china para llevar, panza prominente, bebedor empedernido, fumador compulsivo, traje sin planchar hace años, gafas de los 80s, calcetines con agujeros, pelo grasiento y unos modales que dejan mucho que desear. La primera aparición del personaje es una pequeña joya: se despierta sobresaltado al oír su propia ventosidad. Todo lo contrario del refinado agente secreto George Smiley por el que Oldman fue nominado al Oscar en el film El topo (2011) basado en el libro de John le Carré. Por todo lo anterior que podríamos decir que Lamb es el reverso cochambroso de Smiley, argumento que se refuerza al estar ambos interpretados por el mismo actor. Este Jackson Lamb es uno de los mejores personajes recientes del gran Gary Oldman. Que de un tipo así dependa la seguridad de occidente resulta muy poco tranquilizador, la verdad, aunque cosas peores vemos en las noticias todos los días. También aparecen como secundarios un plantel sensacional de actores británicos como Jonathan Pryce o Kristin Scott Thomas que están sobresalientes.
Slow horses es una serie de mucha calidad que rezuma ironía y humor negro por cada uno de sus fotogramas. Todo muy british. También contiene escenas de mucha tensión y acción, como todo buen relato de espías que se precie. No comete el error de tomarse demasiado en serio y ese tono decadente e irónico le hace ganar tantos enteros como la voz de Mick Jagger en la canción de los títulos de crédito. Además, cada temporada cuenta con sólo 6 electrizantes episodios. Las dos primeras temporadas son adictivas y esta tercera, por ahora, no desmerece en absoluto. Perfectamente escrita, interpretada y rodada, Slow horses es una pequeña joya.
0 comentarios