Oh, Dios de la Tierra y el Altar,
desciende y escucha nuestro llanto,
nuestros terrenales gobernantes flaquean,
nuestro pueblo va a la deriva y muere.
Los dorados muros nos entierran,
las espadas del desprecio nos dividen,
no alejes de nosotros tu relámpago
y llévate nuestra arrogancia.
Tan solo soy un bebé en un oscuro abismo,
no hay razón para un lugar como este.
Las paredes son frías y las almas gritan de dolor,
un camino fácil de recorrer para los ciegos,
un ingenioso sendero para los tontos que conocen
el secreto del Ahorcado, esa sonrisa en sus labios.
Esa luz de los ciegos,
la verás.
El veneno rasga mi columna.
Los ojos del Nilo se abren,
los verás.
Ella vino a mí con un beso de serpiente
mientras el Ojo del Sol se alzaba en sus labios.
La luz de la luna se apoderó de las lágrimas de plata que lloré,
así que yacimos en una abrazo negro
y la semilla se sembró en lugar sagrado
y miré, y esperé el amanecer.
Esa luz de los ciegos,
la verás.
El veneno rasga mi columna.
Los ojos del Nilo se abren,
los verás.
Vamos
Únenos a todos
ardiendo de esperanza y libertad,
ninguna tormenta ni fuerte temporal
agitará las aguas, lo verás.
Llegó el momento de que cierres los ojos
y termines con el viento y la lluvia
porque el que va a ser rey
es el vigilante del ring…
Sois vosotros, oh,
eres tú.
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