La noche se prometía feliz y desde bastante tiempo antes ya asomaban las primeras personas por la calle Hilarión Eslava para esperar en la puerta de la Sala Mon para entrar los primeros y tomar la primera fila para ver a The Mission, todo un referente del rock gótico. Y más si tenemos presente que este “Deja Vu Tour” estaba programado para el 2020 y tras varios aplazamientos por fin ha podido ver la luz tres años después. Por el camino había caído como invitado otros clásicos como Gene Loves Jezebel pero aun así, y siendo miércoles laborable, numeroso público se congregó en su paso por Madrid.
Los encargados de abrir la velada fueron los barceloneses Sigmund Wilder, nombre artístico de David Martínez que se presentó en la capital de España en formato cuarteto, con la batería en una esquina. Tocaron algo más de cuarenta y cinco minutos y sus canciones son estupendas: oscuras, melancólicas y de clara influencia post punk y new wave británica.
Sonidos ochenteros que alternaban algunos temas en inglés con sus nuevas composiciones en español. Lástima que el sonido no les acompañara del todo, ya que la voz grave se perdía entre los instrumentos. Sin duda, me quedé con ganas de volver a verlos, más con temas tan brillantes como “Sin ti fue invierno” que como dice la letra fue “su forma de decir adiós”.
Y con algo más de cinco minutos de retraso aparecían los de Wayne Hussey a ritmo de “Beyond the pale” donde ya se vio que iba a ser un directo complicado pues había ciertos problemas con su guitarra. Tampoco se le notaba demasiado sobrio pues presentaba ciertos problemas de movilidad. Así que ante semejante panorama, el público decidió ayudar lo que pudo cantando los estribillos.
Por suerte, The Mission tiene una colección de melodías espectaculares y ante el repertorio había que descubrirse ante cosas como “Evangeline”, “Met-Amor-Phosis” o “Garden of delight”, acompañado por una banda solvente aunque las líneas de sintetizador eran grabadas.
Wayne Hussey lucía gafas de sol y una camisa estampada que quedaba bien en el escenario con pantalla trasera y dos laterales más pequeñas en los laterales. Suena “Stay with me” y la gente enloquece, cantando el estribillo ante un pasivo Wayne Hussey.
El sonido no es limpio, la guitarra principal suena baja, cosa que se nota sobre todo en los punteos y la voz de Hussey tiene cierta distorsión. Cosa que se sigue notando con “Swoon” o “Like a child again”. Encima, para colmo de males, en “Never again” alguien de las primeras filas sube a lanzarse desde lo alto de las tablas de la Mon, lo que termina de rematar a un Hussey que no se sentía a gusto. Así que cuando más entonado estaba el ambiente con las maravillosas “Butterfly on a Wheel” y “Wasteland”, Hussey, tras hacer el punteo en sentado en el elevado de la batería, se va de forma sorpresiva dejando al resto solos y sin saber qué hacer, así que empiezan a improvisar un par de temas, yéndose poco después para acometer el bis.
En estas que aparece Hussey en solitario con su guitarra empezando los primeros compases de “Tower if strength”, uniéndose Craig Adams y Simon Hinkler quien también son miembros fundadores y el nuevo batería Alex Baum. Todo parecía que iba a volver a la normalidad pero se ve a Hussey harto y con un escueto “Thank you” se va, dejando, de nuevo, a los demás en la incómoda situación. Pero ya se sabía que no iba a volver así que con esa sensación de desconcierto y tras una fallida hora y vente minutos abandonábamos la sala esperando que en la próxima vez de The Mission en Madrid ofrezca una compensación a los espectadores pues, es el peor concierto que he visto a los británicos desde la vez primera que les vi a finales de los noventa del siglo pasado.
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