Gracias a la iniciativa de los pubs que aún sobreviven en la calle Ayala como TPOP y Tabanco Canaya, ha nacido este festival aprovechando también el rebufo del puente de la Constitución. Ya llevo un año en la ciudad y la verdad es que cada vez que se hacen iniciativas musicales gratis, como los mercatas dónde se han llegado a rodear de bandas de calidad como Medicina o Híbrido el éxito ha sido relativo.
Afortunadamente, al menos en cuanto a asistencia el Ayala Underfest ha parecido tener una gran acogida, ya que la calle estaba como hacía años, según me comentó algún linense.
En cuanto al mercadillo de vinilos, casetes y CDs los dos stands estuvieron dispuestos a ambos lados de la mesa del DJ. En un lado Spinda Records y en otro el del célebre José Pot Moreno. Yo como casi siempre caí en la tentación de comprar algo. He de decir en adición a esa zona, que DJ Tigre hizo un gran trabajo con su funk bailable, antes y después de cada concierto.
Sin más dilación la banda de Antequera Plastic Woods subió al escenario de TPOP puntuales como un reloj, en aquel momento ví cómo se llenó la sala, lo cual la banda agradeció y empezaron a alternar temas de sus dos discos hasta la fecha. Esa fusión entre progresivo, toques de Primus y rock andaluz cautivaron a los asistentes. A destacar temas como «Dragonfruit» y «Sulayr» que es un tema inspirado en Cádiz que al fin pudieron tocar aquí. Por otro lado resaltar la adición de un cuarto miembro a la guitarra acústica en algunos temas, ya que cuando los ví en Louie Louie las partes más de rock andaluz adolecían de esas guitarras aflamencadas del disco por limitaciones obvias de ser predominantemente un trío.
Una nota discordante fue el notable retraso que hubo en la actuación de los madrileños Mohama Saz pero es normal que en cualquier festival que se haga por primera vez hayan contratiempos. La verdad es que desconocía a la banda, su propuesta es, o al menos así lo percibieron mis oídos, psych rock con muchos tintes de ritmos bailables. Lo que me sorprendió más fue que no usan guitarra alguna, sino un instrumento que desconozco pero es como una fusión de mandolina con sitar. Además de bajo y batería; tienen otro miembro que mete sintetizadores y samplers, pero no pude ver bien el equipo que llevaba porque está en un flight case. Básicamente desgranaron un viaje de sonidos que me hicieron pensar en cómo era en los 70 ir a una «discoteca» bajo ciertos efectos alterados de la consciencia.
No quiero dejar de mencionar los otros actos que hubo en el pub de enfrente al TPOP, llamado Tabanco Canaya, dónde tocaron Chico Melodrama y Blue Man and The Eye. No pude asistir al segundo, y sólo ví el final de Chico Melodrama, cuya propuesta es un surf/pop/indie de estribillo contagioso con bases de batería. Y según me contaron sobre Blue Man and The Eye, es el proyecto en forma de dúo del cantante de Plástico Woods con el cuarto miembro que añadieron hoy y cuyo sonido es más acústico y aflamencado.
Una vez la noche estaba en su punto álgido de oscuridad, el altar del Aquelarre estaba listo, tambores e incienso impregnaron la calle Ayala. Lunavieja llamaba a su ritual y la gente con cara ojiplatica siguió a la sacerdotisa Steffy (Batería) y al monje oscuro de Javi Cerero (Teclados, samplers y maestro de ceremonia) dentro de la sala TPOP. Las caras del personal lo decían todo, la gente quería ver de qué iba la banda, por lo que la atmósfera creada captó toda la atención descargando con su mezcla de psych y doom al empezar con «Mal de Luna», a lo cual siguieron momentos dónde lo sensorial es lo más importante como en «Unguentum Sabbati» dónde Paco (bajista y cantante principal) toma las baquetas y Steffy lanza sus hechizos y ritual con el silencio sepulcral del público ante lo que veían.
Mencionar algo sobre su actuación, lo cual empañó un poco la experiencia, tuvieron algún que otro problema de sonido ya que hubo que alterar cierta logística ante el retraso en la programación. Algún riff y ritmo en alguna canción sonó desacompasado, pero también tengo en cuenta algo de Lunavieja y es que su evolución está cogiendo un tinte de fusión entre canciones que cuando los ví en la UMA (Málaga) no tenían, lo que amplifica el trance musical que cada vez logran más en su propuesta. Una vez terminaron su actuación con el riff hipnótico de Javi Luque (guitarra) en «La Güestía», ya sabíamos que lo bueno por esta edición del Ayala había tocado a su fin en cuanto a conciertos.
La fiesta se prolongó con la sesión de DJ Tigre pero yo tenía que madrugar al día siguiente y hasta ahí mi visión de lo vivido.
Anunciar que mientras escribo estas líneas acabo de leer que la organización ha anunciado que habrá Ayala Underfest 2023, así que allí os quiero el año que viene.
Melómano con especial atracción al rock de los 90, aprendiz de dibujante en mis ratos libres y apasionado de coleccionar fetiches de corte musical como guitarras, amplificadores, pedales o la púa que tiró Chris Cornell en el 2012. Me encanta compartir sensaciones que me transmite una canción, lugar o concierto siempre que me es posible.
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