Suede es un grupo que no debería necesitar ninguna presentación. Nacidos como banda hace 30 años, Suede vivieron la gloria del brit pop en los 90 para separarse a principios de siglo cuando su magia parecía que se había evaporado definitivamente. Sin embargo, su reunión 10 años después supuso un inesperado retorno a sus mejores tiempos. En concreto,Bloodsports (2013), Night Thoughts (2016) y The Blue Hour (2018) son discos excelentes que nada tienen que envidiar a los que Suede facturaron en su época de máximo esplendor. Ahora nos llega este Autofiction que confirma el envidiable estado de forma de unos Suede que parecen tener cuerda para rato.
Autofiction es un disco más directo y guitarrero que sus antecesores. El sonido es más crudo y no hay tantos efectos ni trucos de estudio como en trabajos previos. Su sonido recuerda al post punk de principios de los 80, estoy pensando en grupos como Bauhaus o Siouxsie and The Banshees (Black ice), aunque nunca llega a dejar de sonar a Suede. Es el disco más introspectivo de Brett Anderson, con letras que van desde la añoranza de su madre (She still leads me on) o su adolescencia (15 again). Contra todo pronóstico, Brett Anderson sigue siendo un cantante tan melodramático como siempre cuya excepcional voz no ha perdido un ápice de energía. Por cierto, en Autofiction la guitarra de Richard Oakes toma mayor protagonismo y brilla como nunca. También debo destacar el protagonismo que toma el bajo de Mat Osman en Black ice o Turn off your brain and yell. Este es el séptimo disco de Suede producido por Ed Buller, con el que el grupo ha llegado a un entendimiento y compenetración totales, siendo ya casi el sexto miembro del grupo. Una vez más Suede entregan un ramillete de gemas de glam rock que perfectamente podrían haber estado en cualquiera de sus discos de los 90. Me refiero a The only way I can love you o That boy on the stage, lo mejor del LP. Desde luego, Suede luchan por no repetirse, como muestra podría servir el estilo spoken words de Personality disorder. Para el final se han dejado esa preciosa balada que te pone los pelos de punta que es What am I without you? y la épica Turn off your brain and yell. Un final apoteósico a base de grandiosidad melódica y guitarrazos que nada tienen que envidiar a los del pasado.
Una vez más Suede huyen del pastiche entregando un disco más que disfrutable.
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