La primera temporada de “Solo asesinatos en el edificio” funcionaba relativamente bien fusionando las intrigas de asesinatos con la comedia, teniendo como referente el “Misterioso asesinato en Manhattan” de Woody Allen. Episodios no muy largos con buen ritmo y donde las virtudes se encontraban por encima de los defectos.
Los responsables son John Hoffmann y ese enorme cómico que es Steve Martin quien además se guarda uno de los papeles protagonistas, junto a otro veterano como Martin Short y Selena Gomez que lleva años intentando labrarse una carrera en el audivisual compatibilizándolo con su exitosa trayectoria musical. No es la única pues también aparece como secundaria Cara Delevingne aunque esta proviene del mundo de la moda y otros buenos intérpretes de comedia como Nathan Lane o Tina Fey. Con semejante reparto se ofrece múltiples alivios cómicos entre los más curtidos y cierto empoderamiento femenino y menos caras sonrientes ente las menos dotadas para la interpretación. Además comienza a ser irritante la poca evolución de los personajes, si se tratan de mujeres, en las producciones actuales. Apenas tienen aprendizaje ni recorrido dramático (salvo algún trauma del pasado) por lo que apenas fallan y sin problemas resuelven todo o hacen de todo sin apenas esfuerzo ni entrenamiento.
En esta ocasión el misterio a resolver es el de la presidente de la comunidad. Un crimen cuyos principales sospechosos son el trío protagonista y cuyas investigaciones le acercarán al criminal. Descubriendo pasadizos secretos en el Arkonia y conociendo nuevos personajes que cumplen los estándares actuales de corrección política. Hay que reconocer que la serie sigue teniendo brillo y ritmo aunque unas cuantas secuencias da la impresión que están puestas para contentar a los dictados “woke” en el que se mueve la industria televisiva y cinematográfica actual. Si es de agradecer la oportunidad a la tercera edad como fuente de conocimiento y todavía con capacidad de obrar y hacer cosas interesantes, lejos de los postulados “de moda” donde se eleva la juventud a la categoría de mito. Seguro que bastante tiene que ver que uno de sus creadores sea Steve Martin.
Diez episodios que mantienen el tono de su primera entrega en un producto entretenido, bien realizado y donde es sencillo obviar o perdonar los defectos y algunos “deus ex machina” difíciles de defender y quedarse con su tono ligero, su diversión, el ritmo narrativo y un humor “blanco” y en algunos momentos algo naif pero que en líneas generales funciona como un metrónomo en esta producción de Fox junto con Disney, emitida en España en su canal para adultos Star.
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