Siempre ando despotricando sobre internet, las redes sociales y el mundo virtual, pero no todo es malo. Gracias a ese rollo de «amigos de amigos» conocí a un tal Basilio, un camionero de Vigo que está tan loco, tan loco… que siempre que habla se te pone la cara de Malcolm en el meme de «no encuentro fallos en su lógica». Gracias al amigo Basilio, y aprovechando antes de que se haga un influencer andorrano, descubrí a un grupo gallego de esa vertiente del heavy que me flipa, entre el nu metal y las nuevas concepciones del heavy de siempre. Lo bueno encima es que no son sólo guitarrazos descabezados, las letras tienen un mensaje de los que dan que pensar. Un, dos, tres… ¡Aphonnic!
https://youtu.be/bK7Y1Tevd64
En globo. Empezamos tirando de caja, por un momento he pensado en el Liebe ist für alle da, de Rammstein, mezclado con los últimos estertores del Broken Home, de Papa Roach. No tengo ni idea de que tipo de alquimia de estudio le han hecho a las voces, pero dan ganas de gritar ¡Ballenas a estribor! Letras con espíritu de los S.A. del Ratas, sonido de los mejores P.O.D., como en Sleeping awake. Llevo literalmente 3 minutos de disco, y estoy alucinando. Esas cuerdas debajo de los berridos del estribillo me han volado la cabeza. Es nu metal, es heavy, pero es tierno a tramos, no es distorsión total, y tiene muchísimo mensaje. Desde la odisea de Homero a El viejo y el mar, de Hemingway, pasando a cualquier cayuco donde decenas de desgraciados casi pierden —o sin casi—, el forro intentando alcanzar una vida mejor.
Raposa. Ni idea de cómo, pero esa guitarra suena a Papa Roach. Cuando entran las baterías y el bajo, toman un tempo más calmado, lo que deja espacio a una voz que me recuerda a la de Carlos Escobedo, de Söber. Hombre, tienen mimbres también en la sala de máquinas. Arrepentido es un buen paralelismo con este tema. El caso es que también tienen un rollo a LAVIDA, un grupo madrileño que no hace mucho destripe por su disco homónimo de 2019. Voy a tener que contenerme un poco, o esto en vez de una reseña, va a ser Miguel Strogoff.
KaleboRock&Roll. Herederos del rock radikal vasco ochentero, al menos en el espíritu, se envuelven en ese sonido medio tempo napalm nu metal, con la batería en una especie de medio tempo pero con doble bombo que produce un efecto como el Bounce, de System of a Down. Claro, cuando estallan los estribillos la estética va más a un Chop Suey! para regresar a unas estrofas que son puro S.A.
Vestigios. Ese mismo rollo de Youth of the Nation, de P.O.D. —de las mejores que dieron los angelinos, dentro del Satellite—. Emplean un sinfín de referencias a los cuentos infantiles clásicos para construir una especie de alucinación onírica que termina apuntando a Aldous Huxley con Las puertas de la percepción o a ese terreno neblinoso entre la psicología y la filosofía que se resume en el poema de Ramón de Campoamor: Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira.
Mickey & Minnie. He dicho ya que suenan a S.A., ¿verdad? Si este riff inicial no tiene un aire al Polvo en los ojos, me meto a cura. Vale que lo han cribado de otra manera, que la voz y el resto del entramado instrumental van por otro camino, pero la viga maestra retumba en un eco lejano. Creo que será la edad, que no estamos para jugar en juveniles ninguno, pero lo veo exactamente igual el triunfo de la estética sobre la ética. Como dijo el maestro Eduardo Galeano: «Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto». Si no existiesen las redes sociales, esto sería la misma mierda porque ese ambiente de competitividad total, de ocultar las debilidades y vivir de apariencias es más viejo que cagar y se mama desde edades bien tempranas en la escuela —y en casa—. Los comentarios de un post de Facebook o las fotitos de Instagram enseñando bullate son sólo un síntoma más, no la causa y, sin un cambio de mentalidad radical bastante improbable que lo acompañe, tampoco va a ser la solución.
Necios. Paralelismo con U2 en Without you —si no crees que The Joshua Tree tendría que enseñarse en los colegios, tenemos muy poco de que hablar—, con un bajo poderoso, una guitarra «decorando» el riff principal que se abre paso bajo la voz y una batería que es una especie de subrayado, de debate interno dentro del cableado de estos Aphonnic. Joder, tienen cierto aire hasta a Depeche Mode, cuando han metido en directo instrumental real, batería y bajo humanos, quiero decir.
Tres deseos. El inicio tiene ese rollo oscuro de Alice in Chains en Would?, pero desemboca en unas estrofas y unos estribillos que me recuerdan a los Linkin Park que me molan, los de From the inside, por ejemplo. Esta también es un viaje en medio de 1984, de George Orwell, o en Matrix, como si nos estuvieran reprochando haber escogido la pastilla azul para proseguir una vida no tan distópica, pero falsa.
Dulce de leche. Esta me ha recordado, por su esquema más clásico, al Bigarren eskuko amets de Berri Txarrak —ni de coña me pongo a chapurrear euskera, pero estoy seguro de que el estribillo te suena, y si no, te va a flipar—. Gana fuerza, ese rollo Söber, a medida que tiran las guitarras y el acabado con violines y demás le da esa aura S&M de MetallicA que suma épica a la ecuación.
Zurda oveja negra. Disturbed en estado puro. Down With The Sickness, a lo mejor un poco más lenta de tempo, pero con el mismo punch. Esta es de esguince cervical, que en las estrofas apretuja las sílabas para poder gritar a gusto en los estribillos. Aceleran un poco en los puentes, lo que hace que la batería y sus platos grandes de los estribillos aún destaquen más, es como en Thoughtless, de los Korn. Mucha influencia de Brian “Head” Welch en el guitarreo, y de David Drainman en las voceras.
4 Putas. Es como el Suicídate, de los Narco, canción para ponerse a saltar y a hacer el cabestro. Es cierto que salgo de colegio de monjas, las mejores fábricas de ateos que hay bajo el manto de nuestro Señor, pero este estribillo es el que más me llega: Traga y moja el pan en la sangre ajena. Si te imaginas a grandes filántropos como los que pescaron en lo del Fórum Filatélico o a Rouco en su piso patera de apenas trecientos metros cuadrados poniéndose como Enrique VIII y descojonándose de la risa mientras ve las colas de los bancos de alimentos, enhorabuena, has pasado al eje del mal.
Crisantemos. Un piano y una voz. El hilo de las teclas me recuerdan al Magnificent de U2, pero la voz tiene otra idea. Con la idea de Cartas desde el asilo, de los Reincidentes, nos sumergimos en una atmósfera melancólica que me ha dejado sin palabras. Esta es, sin lugar a dudas, la más jodida del disco.
Basilio no sólo entiende de economía y política —no lo digo yo, lo dice Risto—, de música también sabe algo. Joder, este disco es un pepinazo, y se nota porque se me están borrando las letras del teclado desde donde tiro líneas. Para los que quieran pedir a estos forajidos que incluyan su localidad en la próxima gira, enlaces de la banda:
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