«Upload» fue una de las sorpresas que pudimos ver al inicio del confinamiento de 2020. Una serie que bajo su amable prisma de comedia romántica en un entorno de ciencia ficción escondía una mordaz crítica al sistema occidental en el que vivimos donde las relaciones amorosas cada vez son más inestables y complicadas de mantener, donde la existencia de las personas es tan importante en el mundo virtual como en el real y que hasta en la muerte existen las clases sociales y el dinero.
Todo narrado con un ritmo magnífico e hibridando varios géneros con sabiduría. Otro éxito que sumar a uno de los genios de la comedia televisiva como es Greg Daniels, creador de un hito como fue “The office”. Tras la buena acogida en la plataforma de Jeff Bezos era lógico que llegase una segunda temporada que, de nuevo, podemos ver en Amazon Prime Video.
Sin llegar a los niveles casi sobresalientes que alcanzaba la entrega inicial, “Upload” sigue funcionando en los terrenos de la comedia romántica y la ciencia ficción, plasmada en ese cielo en forma de hotel de lujo que es el complejo Lakeview. Allí deambulan los inquilinos y la inteligencia artificial que pone rostro a todos los trabajadores junto a los protagonistas, de sobra conocidos para el espectador. Interesante el triángulo amoroso formado por Nathan junto a su prometida Ingrid y su amado ángel Nora, dando más protagonismo a la divertida historia entre Luke y Aleesha que se convierten en unos perfectos alivios cómicos. Sin duda, es lo mejor de esta continuación junto a cierta parte de crítica social donde los amables descargados deciden robar una ínfima parte de los infinitos datos que tienen los más ricos para entregárselos a los pobres que viven en la parte de los dos Gigas. Es una pena que esta historia secundaria se deje un tanto abandonada para ahondar en otra deriva menos mordaz con un grupo revolucionario que viven al margen de la tecnología y del que Nora se enamora de uno de sus líderes. Lo divertido es que estos idealistas se comportan como seres autoritarios, ya que al creer que tienen la verdad absoluta deciden en pos de la humanidad, crear el caos en el mundo mediante ataques terroristas y asesinando a todos los descargados posibles con la excusa de que son ricos y, por lo tanto, privilegiados. Algo que no sabemos hasta que punto Greg Daniels elevará el tono en próximas temporadas.
Siete capítulos de media hora de duración, salvo el último algo más largo, que se ven en un suspiro y que mejora cuando las risas fluyen con su tono amable y romántico aunque trascienda la crítica social y una mordacidad nada “blanca” y erra con la historia de amor entre Nora y Matteo y buena parte de las andanzas de los “luditas”, grupo que por momentos nos recuerdan a los habitantes del pueblo de “El bosque” de M. Night Shyamalan.
Los actores repiten en su mayoría con los eficaces Robbie Amell y Andy Allo como Nathan y Nora, la graciosísima e insoportable Ingrid de Allegra Edwards y los simpáticos Luke de Kevin Bigley y Aleesha de Zainab Johnson. Todos juntos, apoyados en unas simples pero eficaces realizaciones y unos efectos especiales integrados en la trama y no protagonistas de la función consiguen que la serie mantenga el tono y que se pueda ver con sumo agrado. Confiemos que mantenga los ratios de audiencia suficiente para que puedan desarrollar más episodios, con los mismos niveles de calidad, y puedan ofrecer un desenlace adecuado en el que podamos resolver quien fue el causante de la muerte de Nathan Brown. Locurioso es que esa premisa que debería ser la más importante queda diluida entre los amoríos de los dos jóvenes: el genio asesinado y la humilde teleoperadora.
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