Tras Equinox, la miniserie danesa que reseñé hace un mes, necesitaba seguir probando cositas nuevas venidas de Escandinavia y mira tú que di con The Rain y me quedé con esta ficción de tres temporadas encargada por el gigante Netflix y creada por lo realizadores daneses Jannik Tai Mosholt, Esben Toft Jacobsen y Christian Potalivo. Salta y protégete de la lluvia mortal…
La sinopsis plantea un mundo apocalíptico en donde, en un momento dado y sin saber el por qué, una misteriosa lluvia precipita un virus mortal por toda Escandinavia (no sabemos nunca si afecta al mundo entero..) muriendo la mayoría de la población. Dos hermanos, Simone Andersen y su hermano pequeño Rasmus, resisten 6 años en un bunker hasta que se agotan las provisiones y la paciencia del ya adolescente Rasmus al que su hermana le queda el encargo demandado por su padre de protegerlo por encima de todo. Al salir, se dan cuenta de que el mundo ha cambiado completamente y que los pocos que quedan se han tenido que adaptar a unas circunstancias muy hostiles sobreviviendo como pueden y huyendo de la misteriosa organización científica Apollon.
Pasando a hablar ya de mis impresiones, os diré que el, a priori, planteamiento inicial de las dos primeras temporadas con la adaptación de ambos a un grupo furtivo y las crisis sentimentales y vitales de Rasmus me parecieron un poco planas, así como alguna trama de algún personaje bastante floja y episodios mejorables (el de la secta, por ejemplo). Pero en la tercera y última temporada, todo mejora ostensíblemente, la interpretación de Lucas Lyngaard como Rasmus adquiere entidad y cuerpo definitivo pasándose al ‘lado oscuro’ (en realidad mejoran todos aquí), la producción y puesta en escena es bastante más ostentosa y exigente debido al éxito de la serie en Dinamarca y Suecia, así como el cierre me ha parecido bastante creíble y ajustado después de tanto sufrimiento, infectados y emisiones de ‘humo negro’…
Técnicamente hablando, como os decía, la fotografía y la puesta en escena con grandes decorados y escenografías panorámicas se desarrollan del todo en la última temporada y son de agradecer, así como también esa atmósfera pesimista, triste y ceniza que, como en Equinox, suelen ser habituales en las series de aquellos lares para darle el dramatismo realista que se busca sin impostaciones yankees y confesiones de ‘Gran Hermano’…
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