Que paren el tiovivo que yo me bajo. Que ya está bien. Entré tarde en la saga Fast & Furious, allá por la quinta entrega, y debo admitir que la sexta, séptima y octava permitían pasar un rato divertido desconectando el cerebro. He pasado momentos muy entretenidos con las acrobacias imposibles de la Toretto’s family pero la cosa ya no da más de sí. Estirar el chicle hasta el infinito hace que resulte insípido. La fórmula está agotada, bastantes frutos ha dado ya, y va siendo hora de buscar nuevos caminos. Ocurre que en esta novena entrega se notan en exceso el cansancio y la falta de ideas. Los diálogos, que siempre fueron risibles, ahora resultan patéticos y sin gracia. Ni siquiera resulta refrescante la ironía de unos personajes que empiezan a preguntarse cómo demonios es posible que siempre salgan ilesos. Lo de las leyes de la física y la anatomía nunca les ha preocupado a los responsables de esta franquicia (a nosotros tampoco) y ya es tarde para intentar ponernos coherentes con la realidad en este sinsentido motorizado que es la saga de Fast & Furious.
El guión sigue siendo una leve excusa para empalmar en la sala de montaje adreaníliticas escenas de acción. Pero esta vez ni siquiera las escenas de acción resultan tan divertidas como antaño. Ya todo resulta muy trillado a pesar de la solvencia de estas escenas. El más difícil todavía les ha llevado al ridículo absoluto y, lo que es peor, a un punto muerto. El problema viene de un guión incluso peor que el de las entregas previas. Se echa de menos el carisma de algunos personajes (que han tenido su propio y descerebrado spin off) y se echa de más a otros (esa pareja que se supone que debe resultar divertida mientras el espectador solamente desea que los malos acierten de una vez y nos libren de ella). Ni los chistes tienen gracia (hace varias entregas que ya no la tienen) ni los nuevos personajes tienen el carisma que deberían. Todo ello hace que los 142 minutos de esta F9 resulten excesivos, no diré que sea aburrida pero sí que deja al espectador bastante indiferente ante las inverosímiles acrobacias motorizadas que ocurren en la pantalla. Para más inri, esta franquicia insiste en rescatar a personajes que todos creíamos fallecidos. Por no hablar de esa manía de extender cada día más la Familia, como si de un clan mafioso se tratara. Al final acabaremos por conocer a la bisabuela de Toretto, tiempo al tiempo.
Tampoco me gustó lo desaprovechada que está Charlize Theron, al menos le han quitado las rastas y no parece salida de un callejón con la pipa de crack en la mano. Por no hablar del desperdicio de los veteranos Helen Mirren y Kurt Russell.
Se supone que la décima entrega será la última. A ver si es verdad.
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