“Uno de nosotros” comienza con una melodía intimista de Michael Giacchino que recuerda a la de los “western” de Clint Eatswood, compuestas por el maestro de “Sin perdón”. Y algo de cine del oeste moderno hay en “Let him go”, a pesar del título en español que recuerda al que le colocaron en nuestro país al “Goodfellas” de Scorsese.
Y todo envuelto bajo el paraguas del “thriller” para narrarnos la búsqueda de un nieto por parte de un maduro matrimonio, retenido contra su voluntad por una saga de villanos. Es imposible abstraerse de esa mítica búsqueda de Natalie Wood por John Wayne en el “Centauros del desierto” de Ford, aunque dejando Utah por ranchos en Montana o Dakota, y sustituyéndolo por unos acertados Kevin Costner y Diane Lane, quienes coincidieron como padres de Supermán en “El hombre de acero” de Snyder. Estrellas de otro tiempo que vuelven a florecer durante la hora y tres cuartos de duración del filme.
La dirige Thomas Bezucha quien realiza su mejor obra hasta el momento, aunque su trayectoria no era demasiada destacada. Su puesta en escena es eficiente, centrándose en dar carga psicológica a sus protagonistas para introducirnos en la historia, tras un formidable preámbulo donde en pocas pinceladas nos presenta el drama. De ahí pasa a la cinta de viajes en busca de su nuera y nieto para ofrecernos la venganza de los secuestradores y el posterior duelo final. Además los villanos tienen entidad, más cerca de las familias trastornadas del “medio oeste” americano, propias del cine de terror o de los impunes ganaderos ricos y terratenientes que tantas veces hemos visto en los “western”. Ante ellos, un “sheriff” retirado y un ama de casa, con la inestimable ayuda de un indio renegado.
Bezucha funciona como realizador y como guionista, en una película que a pesar de algunas situaciones forzadas y que no terminan de encajar compone un largometraje efectivo, de final efectista y que mantiene el ritmo y el interés en todo momento, deseando el espectador el desenlace a lo “Sin perdón” tras la violencia ejercida por los Weboy, como Gene Hackman lo hacía con Clint Eatswood en la oscarizada obra maestra. Como se puede ver los paralelismos son evidentes, aunque el homenaje es acertado y, en buena medida, original, apoyado en la triste fotografía de Guy Godfree, de colores grises y que acrecienta la sensación de soledad y desolación en los planos generales, sumando la banda sonora del siempre eficaz Michael Giacchino.
Una película que eleva el nombre de Bezucha como cineasta a tener en cuenta, con dos espléndidos actores como Costner y Lane (mejor ella) y unos secundarios capitaneados por la terrible matriarca interpretada por una pletórica Lesley Manville, tan acongojante como su controladora hermana en «El hilo invisible» de Paul Thomas Anderson, y el hipócrita y frío hijo en la piel de Jeffrey Donovan, junto al resto del reparto, donde aparecen el resto de pusilánimes y agresivos hijos, la nuera y el nieto dominados y el eremita indio que no desea ningún contacto con los humanos. Todos, de la mano de Bezucha, componen un ejemplo de fusión de géneros, una desmitificación moderna aunque no tan radical como la carta de presentación de S. Craig Zahler con “Bone Tomahawk”, fusionando oeste y cine de terror, uno de los realizadores que tenemos más ganas de volver a verle tras las cámaras pues desde el 2018 con la espléndida “Dragged across concrete” no hemos vuelto a ver nada suyo.
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