Con otras bandas, el paralelismo es claro. Ruben-ciano es como los chatos de vino, cabezón y riojano. Alimaña es hardcore cabezón y soriano (soriano, riojano… buenos vecinos). Pues voy a decir algo hardcore sobre La Rioja: no veo el futuro muy prometedor. Cuando andaba terminando la ESO o el bachiller en mi clase había punkies, heavies, raperos, hardcoretas… En mi clase soltabas un par de estrofas de Balas Blancas, de los Barricada, y salíamos a gritos, como bestias. A día de hoy no hay nada. Corrijo: hay una verdad que lo cubre todo. La saturación de información ha dado como fruto una especie de uniformidad cultural. A lo mejor es un espejismo, pero todo parece indicar que en diez años las bandas de cuerdas de acero formadas por chavalines y chavalinas se van a contar con los dedos de una mano… y sobrarán dedos. Haciendo autocrítica, no apoyamos lo que se debería. En Logroño hay pocos garitos de lo nuestro, y cuando organizan algo, la entrada tampoco es apabullante (cobrando entrada ni te cuento). Hay una mentalidad individualista de moverse cuando hablan de mí o mi banda, y cuando toca el vecino que le den por el culo, que está acabando de arreglar el panorama. Por si fuera poco, se ha formado una especie de cúpula que maneja las pocas —poquísimas— iniciativas que hay por estos lares. El funcionamiento es sencillo: hacen un anuncio y tú aplaudes. Como no aplaudas, como cuestiones o como enuncies un simple «esto huele raro», prepárate. El insulto como argumento inicial y la retirada de la ciudadanía. Es decir, o cantas el caralsol o quieres romper España. Relevo generacional que no se produce, ni en público ni en bandas, apoyo dudoso entre músicos vecinos —de los medios ni te cuento, con fotos de los Mojinos Escozíos en una noticia donde hablan de Mago de Öz—, y lo poco que hay, oliendo raro. Pregunta de cuñado: Si todo se va a la mierda, ¿Por qué cojones nos sigues dando la matraca con tus mierdas? Muy fácil: para que quede testimonio. Seré el último dinosaurio, pero no estoy de acuerdo. Cierto que llevamos décadas de ostracismo en los medios, de bombardeo de música de mierda, de canciones del verano y radiofórmulas, pero nosotros, la propia comunidad también tenemos parte de culpa. Y desde luego, porque soy un Quijote. Como no tengo nada que perder, nada que podáis quitarme, si algo es injusto, es injusto, y si algo es opaco y huele raro, ni me voy a callar ni voy a aplaudir, aunque se acabe la civilización. ¡ESTO HUELE RARO! Y punto. Un, dos, tres… ¡Hardcore!

 

 

Kloaka. Una muestra de lo que hacen estos mendas. Hardcore en plena jeta, como una patada en el morro. Guitarras muy crudas, y la voz de Rubén. Deja a un lado lo multifacético de su voz y se centra en la capacidad gutural. Las guitarras, bajo y batería crean una base hipertrenzada mientras berrreamos ¡Puto país! /que sufrió una guerra / ¡Fascista! / Un dictador, y después una posguerra. Espera, que será mentira. Conozco a una familia muy bien posicionada que cuenta desde el año 1939 como época de paz (las cunetas, ya… tal).

Ilegal. Esta es anterior. Esta canción tiene unas raíces punk más evidentes. Es hardcore, sí, pero desde el punk. A lo Converge en Precipice. En las estrofas hacen un guiño al nu metal, al rap metal y toda esa oleada del cambio de milenio.

Marionetas. Aún viene de más atrás, la historia de la banda en retrospectiva. Base de S.A. innegable, por ejemplo, En el Tejado. Estrofas medio rapeadas y un toque de Vikingo, ex de los Narco, que imprime un poso que me deja sin palabras. ¿A qué suena Narco? Pues a Narco, cojones.

 

 

Ayúdame. Avanzamos un poco en el tiempo. Se han acercado un poco más al metal, un poco de doble bombo, guitarras más épicas y mucho espacio para coros y estribillos poderos, berreados. Sigue manteniendo ese puente tendido al rap metal, pero con otro enfoque.

Telaraña. Rubén acojona cuando se pone en plan Max Cavalera. De las modernas, pero un reflejo a la vieja escuela, entre Pantera, S.A. y Sepultura. Es difícil entre tanta metralla, pero ojito al bajo de Berceo, que sujeta toda esta locura, como en Slipknot (a los que también se acercan con tanto redoble de doble bombo).

El imperio del terror. De vuelta a 2009. Innegables los trazos con S.A. de nuevo. El que a su familia se parece, honra merece. La voz de Lute no es tan gutural, lo que permite que las guitarras y el bajo tengan un poquito más de presencia en los estribillos. Un cambio cojonudo de ritmo y manejo magistral de los platos por parte de Setxu, que nos lleva del esguince cervical a la luxación de las lumbares al grito de ¡Es su imperio del terror! Igor Cavalera says: Cool!

 

 

Mundo enfermo. De 2007 nada menos. Lute pone un ingrediente más punk, más rock, por decirlo así, le añade un toque melódico a la metralla, aunque se nota en el entramado de la canción que mandan las guitarras y el bajo, como si el esqueleto fuera trash metal y a partir de ahí se fuera enriqueciendo con otros componentes.

Que nos queda. Un guiño al punk. Es como meterle las guitarras de Koma a un tema de Piperrak. La batería, guitarra y bajo pierden matices en pos de la contundencia, pero es que no necesitamos pijaditas cuando estamos lanzando un tema como un puñetazo en la jeta. Espíritu de La Polla en No somos nadie, envuelto en ¿Qué se merece mi jefe?, de los Koma.

Avaricia criminal. Esta es de las recientes, pero tiene un poso a la esencia de la banda, con esa receta S.A. entre Buenos momentos y la mencionada En el tejado. Doble bombo destructor en el estribillo y punteos abrasivos en el puente. Metralla.

 

 

Hipókritas. Ya sé que soy un poco reiterativo, por no decir cansino, pero es que tiene un rollo a No kiero participar, de los sempiternos vitorianos. Cierto que la sala de máquinas bajo-batería llevan otro rollo más contundente, y que se acercan a Koma a medida que nos acercamos a los coros, pero el origen es el origen.

Tu final. Me estaba acordando de los yeclanos Knibal en Dios te salve. Lo único es que la batería de Setxu juega con decenas de redobles y tramos de doble bombo. La letra tiene tela, pero mucha. El hecho de hacer música dura no quiere decir que se escriban letras facilonas. Sobre todo el estribillo refleja lo desolador de ese mito llamado reinserción, y lo paradójico del término libertad individual en un capitalismo salvaje.

Tirarse al vacío. Estamos hablando de los viejos tiempos. De aquellos polvos, estos lodos. Tiene una base más rockera, hasta que la batería coge velocidad de crucero. Están entre unos Clawfinger y unos Elenco en los estribillos. Tramos de velocidad con otros de contundencia. Donde el punk se hace nu metal y deriva al hardcore.

Tu dios. De vuelta al principio de los tiempos. Una base Thrash, como el Motorbreath de los MetallicA, un punteo guapo, sobre un bajo del que se entreoyen los pepinazos a las cuerdas bajo la distorsión y un puente que se vuelve rockero para acercarse al punk más leñero de camino a las estrofas.

 

 

Mi familia. El hecho de que sean —seamos— antisistema no quiere decir que no seamos humanos. Todos tenemos el mismo sentido de familia, de clan, de lugar o de personas a las que acercarnos para celebrar que va bien o donde refugiarnos cuando va mal. Estrofas que se parecen a las de Reincidentes en Corre (pasadas por el tamiz Alimaña). Los estribillos cojonudos, como los de Escuela de Odio en Puertas cerradas.

Desolación. Si ese no es Brigi, que alguien me ajuste el audífono. Es inevitable pensar en Sé dónde vives, y ya de paso reivindico el papel de Rafael Redín y sus letras en el éxito de Koma. Creo que este estribillo es el más pegadizo que les ha salido a estos riojanos: ¿Por qué siento tanta confusión y mi cerebro pierde toda la razón? No encuentro nada claro a mi alrededor una gran nube de… ¡Desolación! Entrelazan un estribillo con otro hasta que las cuerdas vocales casquen. Tiene la friolera de doce años el tema y es el lema de toda mi generación —de cuarenta para abajo—, eternos adolescentes por la precariedad laboral.

Alimaña. Uno de los buques insignia, videoclip con Mayi, de los mentados Knibal, zurrándole al saco de boxeo. En pocas palabras: Hardcore bajo la piel / Alimaña en las venas. No se puede explicar mucho, mira el video y disfruta.

 

 

Actitud cobarde. Desde el primer nanosegundo, un misil. Berrido de Lute, el bajo de Chispas haciendo fuego con la púa y las cuerdas, baterías a lo Motörhead, con el doble bombo y la caja formando una especie de ataque epiléptico y guitarras a lo Papa Roach, secas y distorsionadas.

El mal de la humanidad. La base sobre las estrofas suena un poco a Extremoduro en Golfa, pero con un sonido a lo Elenco, que en los estribillos se vuelve más Koma en El infarto. Con la excusa, vamos hablando un poco de la forma en que el planeta se va a ir al carajo. El cambio climático es un bulo… como lo eran las pandemias, ¿verdad?

Cuantas veces. La batería manda. Imprime un ritmo maníaco mientras Rubén nos dice por qué no hay que mandar todo a la mierda. Por muchas ganas que den, abandonar las posiciones políticas da la victoria a los chungos, sobre todo en un lugar donde los imbéciles votan en masa —y nunca fallan.

Tu estupidez. ¡Qué barbaridad de bajo! Sin desmerecer a las guitarras ni la batería, que van trenzando una base acojonante, puro fuego, mientras la voz de Lute alcanza su máxima capacidad de destrucción. Ha perdido un poco de barroquismo en el encaje de bolillos de las estrofas, pero ha ganado pegada.

Hardcore. ¿Esperabas una baladita pegajosa? ¡Pues toma tela! Iba a decir que se parece a Kloaka, pero más bien la canción que abre este recopilatorio es una reinterpretación de ésta.

Vicio en el servicio. Parecía difícil, pero creo que aún es más contundente que la versión original. Con el espíritu de Cervezas y porros, se crea una especie de bucle de ideas que hace de la canción un mantra con mala leche.

Mandatory suicide. Como bonus track, una versioncita de Slayer. Lo confieso: Tom Araya me cae gordo. Un chileno que no habla castellano, me toca las pelotas. Así que no va a ser mi canción favorita de los Alimaña por razones ideológicas. En lo meramente musical, creo que los riojanos dejan el pabellón bien alto.

A lo mejor me podría haber explayado más en cada canción, pero con veintitrés canciones, podía haber salido una novela corta en vez de una reseña. No quiero plantear un reto a quien quiera leerse este evangelio. Quince años de rabia y mala leche condensados en setenta y cinco minutos de hardcore alta selección. Baterías leñeras, distorsión burra, bajo que hace saltar chispas y voces que berrean ideas bien claras. Buena música, y si van con mi coleguita Rubén, buena gente garantizada. Tíos como estos, a mi equipo siempre.

Para los amantes de las baladitas amorosas, enlaces de la banda:

http://www.xn--alimaahardcore-unb.com/

Twitter https://twitter.com/AlimanaHC

Instagram https://www.instagram.com/alimanahc/

Bandcamp https://alimanahc.bandcamp.com/

YouTube https://youtube.com/user/MegaAlimana

Facebook https://facebook.com/alimanahc

 

 

Alimaña HC – 15 Años Una historia de Hardcore

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

2 Comentarios

  1. Pachón

    Par de apuntes:
    – Se escribe «THRASH», no «trash», que eso significa «basura».
    – Alimaña H.C. es una banda Soriana.

    Responder
  2. Teodoro

    Gracias por lo de thrash. Pensaba que era trash a posta.

    Que Alimañana son sorianos sí que lo he puesto, ¿no?

    Responder

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