“Ava” es mala. Muy mala. La película también. Fuera bromas, es una lástima que una gran actriz como Jessica Chastain haya apostado por un largometraje así para su debut como productora. Una cinta de acción, mil y una veces vista sobre una implacable asesina a sueldo de una organización clandestina, que no sabemos bien a que más se dedica, a la que se quiere eliminar, con una peregrina excusa, por ser incómoda para cierto líder, aunque no queda claro en qué grado, de la corporación. Trama que no sugiere interés, no aporta nada al género y, para colmo de males, se pierde en su propia indefinición, en situaciones inverosímiles y en un guion sin pies ni cabeza, donde se explica poco, con situaciones que provocan sonrojo y vergüenza ajena. Ejemplos los hay “a patadas” en la poco más de hora y media de metraje pero por citar alguno causa estupor la lucha de la única agente contra un ejército (entendemos que bien entrenado) de alemanes. Da igual los que salgan, ella eliminará a todos sin problema, dando la sensación que el número da igual. Puede matar a cien pero si apareciesen mil más tampoco tendría problemas, como si aparece un tanque, dos cazas o artillería pesada. Da la impresión de que no hay límites, como si fuese una superheroína de cómic. Lo mismo sucede cuando toma al asalto el cuartel general asiático, al que se accede por una puerta secreta custodiada por un guarda, primero convertido en una partida clandestina de cartas y luego en una macrodiscoteca, llena de gente que entendemos que han entrado por una puerta principal. Un sinsentido constante.
Pero todas estas cosas, se pueden perdonar si su puesta en escena es brillante, original o, por lo menos, crea tensión, pero “Ava” también carece de eso y Tate Taylor se revela como una nulidad para las escenas de lucha, firmando su peor película tras la interesante “Criadas y señoras” y sus entretenidas «La chica del tren» y “El sótano de Ma”. Hasta ahora era un competente realizador y un buen director de actrices, motivo por el que habrá sido contratado por Chastain, quien había sido dirigida en su antológico papel en “Criadas y señoras”. Ella es la única y absoluta protagonista de la cinta, acompañada por secundarios de peso como un John Malkovich, que parece que ha tomado tranquilizantes en todas sus secuencias, una Geena Davis, como imposible madre enferma y un Colin Farrell, como un aceptable villano aunque en los últimos años los papeles con peso solo se los ofrezca Yorgos Lanthimos. En general, todas las interpretaciones son igual de increíbles que el resto de escenas y secuencias.
No es de extrañar, que un filme de holgado presupuesto y rostros conocidos se haya estrenado en España en una plataforma televisiva como Movistar, en vez de en las salas cinematográficas pero entre la nula calidad de “Ava” y la pandemia del Covid 19, los distribuidores han pensado que esta era la mejor “jugada” para aprovechar las posibilidades económicas de algo que puede situarse entre los mayores errores estrenados en este 2020. Y lo sentimos, pues Jessica Chastain es una de las actrices más sobradas y mejor dotadas de su generación pero que aquí ha decidido convertir este trabajo en un “vehículo de lucimiento” hacia su persona. Ella sale estupenda en todo momento, dejando claro lo mucho que trabaja su figura, pues repite en varios momentos de “Ava” a la protagonista, corriendo o haciendo toda clase de movimientos de gimnasia o artes marciales, lo cual desemboca en un ridículo y delirante final, primero con un combate con un desenlace anonadante y una posterior persecución que roza lo demencial. Y encima no cumpliendo una promesa que le dice su mentor antes de morir y que el malvado le cuenta a la asesina. No desvelaremos cual es la promesa, pero nos recordó a la que le dice Sylvester Stallone a Sergio Peris- Mencheta en «Rambo: Last blood». Supongo que un colofón tan “macarra” hubiese sido un soplo de aire fresco pero es que ni eso. Otra ocasión desperdiciada.
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