Comentábamos a raíz del estreno de «Todo el dinero del mundo», la irregular trayectoria de Ridley Scott desde hace décadas alternando éxitos y decepciones casi a partes iguales. Un problema en buena medida debido a no escribir sus propios guiones y limitarse a la dirección, en la que hay que reconocer que es un autor con buena factura formal de sus obras y, por lo que cuentan, rápido en los rodajes y ajustado a los presupuestos.
Con “Raised by wolves” (¡qué manía con no traducir los títulos del inglés!) vuelve a la televisión, tras “The Terror”, y a la ciencia ficción, quizás el género que más prestigio le ha dado, junto con el drama histórico, y donde puede ofrecer sin cortapisas buena parte de sus obsesiones, sobre todo la sideral distancia entre religión cristiana y ciencia que aquí es punto central en la historia. Una dicotomía que viene plasmando desde “El reino de los cielos”, donde los cruzados eran poco más que bestias asesinas y sin piedad frente a los cultos y dialogantes musulmanes y que llegó a límites de sonrojo con “Prometheus”, donde se nos ofrecía una curiosa visión del origen humano que para negar a Dios se bordeaba la delirante teoría de los extraterrestres y los “annunakis”, o «Exodus: dioses y reyes» una actualización de “Los diez mandamientos” donde a Moisés se le mostraba como una persona con graves problemas psicológicos y con una delirante explicación lógica a las grandes plagas bíblicas. Un ateísmo cientificista que también ha mostrado en la fallida “Alient: Covenant” y en la mejor «Marte». En “Raised by wolves”, donde dirige los primeros episodios, tenemos un mundo destruido por una secta religiosa (llamada los mitráicos) y donde un miembro de la resistencia atea ha conseguido enviar dos androides a un planeta deshabitado para comenzar una nueva civilización, donde predomine la ciencia y el pacifismo. Todo se complicará con el descubrimiento de los androides y su descendencia por parte de las fuerzas mitráicas, encabezadas por un impostor que empieza a creerse el enviado del dios Sol al que veneran. Como se puede observar en la línea de unas cuantas de sus últimas producciones y que, como escribíamos más arriba, se reserva la dirección de los primeros capítulos y la producción ejecutiva. Entre los realizadores se encuentra también su hijo Luke Scott aunque el creador de los libretos y la serie sea Aaron Guzikowski, guionista de la estupenda “Prisioneros” de Denis Villenauve que ha conseguido que sus diez episodios en esta primera temporada tengan un amplísimo presupuesto y momentos más que interesantes aunque el planteamiento inicial se vaya pervirtiendo por momentos hasta concluir con un final lisérgico, que no vamos a revelar pero que avisamos que contiene serpientes gigantes y naves cruzando planetas por el núcleo. Un ejemplo claro de ir de más a menos aunque hay que reconocer que a pesar de algunas evidentes lagunas en el guion, la serie tiene cierto empaque y se convierte en un extraño placer culpable que a pesar de notar la débil estructura en la que se cimenta “Raised by wolves” nos mantiene pegados al televisor. Confiemos que en la segunda temporada nos cuenten buena parte de los misterios del planeta, quienes son los fantasmas, el saltarín habitante del planeta y otros enigmas sin resolver. Eso hace que nos recuerde en cierta medida a «Perdidos», salvando las distancias con la serie de Lindelof, quien por cierto escribió también el guion de “Prometheus”, como nos recuerda la evolución del personaje de Travis Fimmel a la de Ragnar Lothbrock en “Vikingos” aunque dentro de las interpretaciones, la suya y la de Amanda Collin son las más destacadas.
Con todo y a pesar de su irregularidad, “Raised by wolves” es un entretenimiento aceptable y una muestra más de la ciencia ficción contemporánea, un género sin duda con amplio recorrido.
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