Michael (Robert De Niro), Stan (John Cazale), Nick (Christopher Walken), Steven (John Savage) y Axel (Chuck Aspegren) son unos amigos que trabajan en una fundición en Clairton, un pequeño pueblo de Pennsylvania, y cada día, al salir de trabajar acuden al bar que regenta John (George Dzundza) a tomar algo y divertirse. Ese es un día especial porque Steven va a casarse con Angela (Rutanya Alda) y se va a combatir a Vietnam con Mike y Nick.
Se emborrachan, juegan al billar y cantan “Can’t take my eyes off you” cuando suena en la radio, en una de las escenas más brillantes sobre el canto de la amistad que jamás se ha hecho, hasta que la madre de Steven (Shirley Stoler) va a buscarle porque se casa ese día.
La preparación, ceremonia ortodoxa rusa y fiesta posterior crean un clímax dramático muy alto que deviene en la excursión de caza para despedir a los amigos que se van a la guerra. Mike no quita los ojos de Linda (Meryl Streep), que es la novia de Nick, John se excusa de ir a la guerra con ellos por su maltrecha rodilla y la búsqueda del ciervo en las montañas de Pennsylvania es una carrera por la supervivencia.
Al volver de cazar, y tras 65 minutos de filmación, de forma abrupta, suenan los helicópteros y aparece Vietnam. Siempre se ha considerado “El cazador” una película bélica, aunque solo son unos 30 minutos los centrados en el conflicto puramente bélico, pero son tan impactantes sus imágenes y con tanta fuerza que se quedan grabadas para siempre en nuestro cerebro.
Mike, Nick y Steven son apresados por un grupo de soldados del Viet Cong en medio de la selva. Allí son retenidos en una jaula en medio del río para jugarse la vida a la ruleta rusa, y entre gritos y golpes deben tirar los dados para saber si la bala les atravesará la cabeza o se lo pensará mejor. La desgarradora fuerza con la que los tres protagonistas componen sus personajes es tan abrumadora que los deja marcados para siempre. Steven pierde la cabeza, Nick los nervios y es Mike el que toma las riendas para salir del infierno. Esas imágenes con las cabezas vendadas mientras se acercan el revólver a la sien o ver a Steven cayendo del helicóptero son historia viva del cine.
Devastadora, emocionante y cruel en grado máximo. La vida alegre y divertida que compartían alrededor de una mesa de billar se ha transformado en locura y dolor.
Saigon toma el protagonismo y su caos consigue que los 3 amigos se pierdan. Cada uno sigue con su vida como puede. Mike vuelve al pueblo, pero no puede encarar la realidad de golpe. Steven vive aislado en un centro para lisiados de guerra, conduciendo su silla de ruedas y dejando que su esposa se pudra lastrada en la cama. Y Nick, nadie sabe qué fue de Nick.
Vilmos Zsigmond, director de fotografía, siempre mostró Clairton oscuro, embarrado, lluvioso, pero jamás apareció tan triste como lo enseña en esa vuelta de Michael de la guerra. Ya no el mismo, ya nadie es el mismo, ni siquiera los que no han ido a la guerra. Allí decide que tiene que volver a buscar a Nick, pues el dinero que recibe Steven le hace sospechar de dónde viene. Lo encuentra jugándose la vida con arma en la sien por la noche, con la cabeza ida y, pese a sus intentos, no puede hacer nada por él. La sensibilidad y belleza destrozada con la que Christopher Walken construye un rol tan complicado y difícil como el suyo le llevó a ganar el Oscar a Mejor actor secundario y a forjar la leyenda en torno a su figura. También obtuvo, merecidamente, los premios a Mejor película, director, montaje y sonido, pero no soy el único que piensa que Robert De Niro debió cargar con una estatuilla por su espectacular trabajo.
Antes de hundir la United Artist con “La puerta del cielo”, Michael Cimino demostró un talento y una sensibilidad desbordantes con una de las películas más desgarradoras e indiscutibles sobre la vida, porque esta no es una película sobre la guerra de Vietnam, sino sobre cómo cualquier cosa que se interponga en tu camino puede destruir tu vida.
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