Cinta independiente pero plagada de caras conocidas en su reparto con la que debutan Tyler Nilson y Mike Schwartz en la pantalla grande. Un pequeño producto que nos llega ahora, en una época con mínimos estrenos por el lógico miedo a estrellarse en taquilla por la pandemia del coronavirus. Una cinta que nos cuenta un viaje iniciático por la zona de los pantanos del sur de los Estados Unidos, que une a tres perdedores en busca de su propio yo.
Tres personajes muy diferentes, por un lado un desencantado pescador que huye de unos enemigos que intentan darle caza para vengar una afrenta, un joven con Síndrome de Down que escapa de la institución donde está recluido en busca de un sueño imposible, a los que se les une la joven voluntaria que busca al discapacitado psíquico. Una historia de buenos sentimientos que se ve con agrado y no aburre, a lo que ayuda su contenida poco más de hora y media de metraje, con tres actos bien desarrollados y con un ritmo narrativo que no decae. Los Nilson y Schwartz guionistas funcionan, junto a los Nilson y Schwartz directores que plantean una puesta en escena sencilla, rodada casi en su integridad en exteriores. Todo bien. Cine sin demasiadas pretensiones pero bien hecho. Honesto y donde se agradece esas ideas sencillas y directas que apelan a lo más primario del corazón humano pero sin caer en la pornografía sentimental.
El argumento gira en torno a Zak, un veinteañero con Sídrome de Down que escapa de la residencia donde vive para buscar a su ídolo, un luchador de «wrestling», del que ha visto infinidad de vídeos. En su huída conoce a un pescador que acaba de perder su modo de vida por contraer unas deudas con otros lugareños, que se quedan con sus nasas, barco y aparejos, humillándole y agrediéndole. Él decide darles una lección quemando todo y comenzando un viaje a ninguna parte, conociendo a Zak, al que acoge en su seno y le ayuda a conseguir su imposible destino, uniéndose más tarde una voluntaria que busca a Zak, culpándose del asunto. Todo un trasunto que nos recuerda al Tom Sawyer de nuestra infancia, esos tipos libres que podían hacer lo que quisieran sin que nadie les obligase a seguir las normas. Un modo de vida, junto a «La isla del tesoro» de Stevenson, que nos enseñaba el placer de la anarquía, en una época donde todavía no conocíamos el término. Luego llegaban las obligaciones vitales, el seguir las normas y las hipotecas familiares y sociales demostrando que, sin saberlo, una vez fuimos del todo libres.
Para esta peripecia y aventura, los nuevos realizadores han conseguido conocer a unas cuantas estrellas hollywoodienses, con Shia LaBeouf y Dakota Johnson en roles protagonistas y Bruce Dern entre los secundarios, donde también aparece Thomas Haden Church quien nunca pudo mantener el estatus ganado con el «Entre copas» de Alexander Payne. Aunque todo gira en torno a la figura de Zack Gottsagen, que se convierte en el héroe de la función.
«La familia que tú eliges» no es una obra maestra, ni lo pretende, pero contiene más cine que la gran mayoría de los filmes que nos llegan a las salas. Una buena opción para este tórrido verano y seguir revitalizando poco a poco el sector.
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