Realmente que sí, que el tiempo es una invención humana, es algo cultural y convencional, el tiempo no estaba ya allí y el ser humano lo descubrió, sino que lo inventó entre otras cosas para adaptarse mejor al medio, medir los ciclos estacionales para su agricultura, etc. Hay ciclos orbitales, mestruales, hidrológicos, estacionales, botánicos, etc, porque eso sí, ciclos sí que hay pero tiempo no ¿Por qué digo esto?, porque si dudamos de lo que aquí se está afirmando podemos jugar a comprobar la raíz del tiempo, a preguntarnos como lo medimos creándolo a su vez. Porque el tiempo es una invención humana pero los ciclos naturales no, los ciclos sí que existen y existían antes de que llegáramos nosotros los homínidos, el tiempo no, no existía por ejemplo en los tiempos de los dinosaurios, somos nosotros, seres culturales quienes le atribuimos a esas eras pasadas la existencia del tiempo, pero volvamos a los ciclos. ¿Cómo medimos el tiempo? Usted me dirá ¡Con el reloj! Pues bien, ¿y el reloj está anclado, dónde?, en un ciclo regular y natural, que es el ciclo completo de una vuelta de nuestro planeta, de una rotación que son las 24 horas del día. Y muchas rotaciones, muchas traslaciones, muchos ciclos, si por obra del hombre los ponemos en línea nos da pues eso los meses, los años, el calendario. Antes de seguir, aquí observamos pues que si vamos a la raíz de la medida del tiempo, a donde está anclado el tiempo para su medida, observamos pues que el tiempo el ser humano lo inventa y lo ancla para su medida en los ciclos que sí existen independientemente de la cultura humana inventiva.
Pero sigamos. Entonces usted me puede decir: No tiene usted razón porque el tiempo sí que existe de forma natural y no convencional humana, con el tiempo envejecemos por lo tanto el tiempo lo palpamos en nuestras propias carnes. Pues yo le digo que no y vuelvo a los ciclos que sí existen pero el tiempo no. Para ello tendré que explicar brevemente el proceso biológico del envejecimiento que sí contiene ciclos pero no tiempo. Todos sabemos que nuestros tejidos biológicos, el epitelial, el conjuntivo, el cartilaginoso, etc, se regeneran, de hecho gracias a esa regeneración celular en los tejidos nos hacemos digamos nuevos de nuevo. Si no nos pasaría como a un papel que no tiene regeneración autónoma natural y que dejado a su suerte en la intemperie se desgasta, se deteriora y no se hace nuevo digamos, sino que los agentes físicos pertinentes lo destruyen. Nosotros no, a nosotros si un viento persistente nos erosiona la piel, ésta se regenera, vuelve al estado anterior a la erosión y esto es por la regeneración celular de los tejidos. Bien pues, siguiendo con el razonamiento y de cara a llegar nuevamente a los ciclos y no al tiempo en el envejecimiento, hay que explicar someramente el mecanismo biológico de la regeneración celular que hace nuevos nuestros tejidos y a nuestros órganos y a nosotros enteros. Porque explicado solo someramente ya nos sirve para el razonamiento que nos ocupa. Nuestros tejidos están hechos de células, pero estas células se van apagando, desgastando, degenerando en su propio funcionamiento, pero llega un momento en que antes de morir se clonan, se desdoblan y surgen nuevas células jóvenes, vitales y emprendidas. Y este suceso, este ciclo en millones de células pues eso regenera nuestros tejidos, órganos, etc. Según esta lógica podemos llegar a pensar que este sistema nos hace inmortales, ya que la regeneración nos hará siempre nuevos. Pero no, en estos ciclos regenerativos hay un error en la réplica genética y por eso envejecemos y morimos. Porque la célula madre cuando se clona le transmite a la célula hija en la réplica genética su mismo ADN con las instrucciones de lo que tiene que hacer esa célula hija, como si fuera digamos su disco duro. Pero atención, en esa transmisión genética madre-hija la réplica del ADN no es exacta, por cuestiones misteriosas la naturaleza se equivoca, yerra en esta réplica y hay una mínima, una millonésima diferencia entre el ADN de la célula madre y la célula hija, pero de la dimensión suficiente para que la célula hija reciba unas instrucciones genéticas levemente disfuncionales, que regeneran, nos hacen nuevos pero no plenamente. Este error natural en muchos ciclos repetitivos va empeorando el ADN, las instrucciones a la célula nueva nacida, teniendo consecuencias por ejemplo en el tejido epitelial que es regenerado pero con imperfecciones por ejemplo con menos colágeno, etc, que nos asegura las arrugas y demás. Entonces pues no envejecemos por el tiempo ya que no existe, sino por millones de ciclos regulares y regenerativos decadentes que nos vuelven mortales. Si la réplica celular fuera exacta seríamos inmortales o lo que está claro viviríamos muchos más años.
Y por otro lado usted me puede decir que estoy obviando la importancia primordial y legendaria del tiempo en las medidas y fórmulas de Copérnico, Newton o de Einstein, pues yo les digo que el tiempo de las fórmulas matemáticas no es más que eso, matemáticas, una invención humana para encontrar medidas para descubrir las leyes naturales y sus ciclos, porque eso sí, ciclos naturales y regulares sí que hay pero tiempo no.
O me puede decir, yo muevo la mano izquierda antes que la derecha, una cosa sucede antes o después que otra, bien pues yo le digo que las palabras antes y después son conceptos temporales culturales, inventados por el ser humano en su lenguaje al igual que el propio tiempo. Y si me dice que este escrito se le está haciendo largo o corto, yo le digo que eso es conciencia de tiempo que tenemos en el cerebro inculcado por haber crecido y sido socializados primariamente desde niños en una civilización cultural con el tiempo por bandera, que nos hace hasta nostálgicos y creadores de canciones y poemas con el tiempo versificado, a pesar de que como a mí me gusta decir, los ciclos sí pero el tiempo no, no existe.
por Esteban Cubero Romeo
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