Terribles ganas de dar salida a una bomba de relojería decibélica como la del tercer disco de los catalanes de Palafrugell que me han servido en estos últimos meses para exorcizar y vomitar la mala hostia que he sentido en muchos momentos de aquellos interminables días en julio dedicados a mis ‘obligaciones funcionariales’. Son geniales los Bad Mongos para esos momentos en donde necesitas única y exclusivamente adrenalina y decibelios y si encima los tienes entre oreja y oreja con su tercer disco pues para que os voy a contar. GO MTFCKR GO!!!…
Así se las gastan estos cafres de la Costa Brava!!!…
Como todo el mundo ya sabe, los Mongos no son ningunos recién llegados, formados en 1998 y con una fijación enfermiza por los Ramones y Turbonegro auto-producen dos años después su debut en largo con Los Bad Mongos (2000). Todo funciona a las mil maravillas y un año después editan un split con The 1’s, + Delomismo (2001), sus incendiarios conciertos se empiezan a hacer famosos en la escena por su intensidad, giran con grandes como The Dictators, Gluecifer, Sin City Six, Rockzilla, PPM, Sonny Vincent y muchos otros pero en 2003 la banda se disuelve por falta de más apoyo. Afortunadamente vuelven en 2015 con las pelotas recolocadas y la mala hostia intacta facturando un segundo album, Shoot The Bullet (2016) que devuelve a los punk rockers a la palestra musical.
Tres años después siguen con la misma ‘killer attitude’ y mala hostia, su tercer LP, Mongo Machine (2019), es otra colección de hostiazos sónicos de órdago, un disco de una intensidad decibélica que levantaría cementerios enteros, el tracklist es insultantemente perfecto, las claves del sonido Mongos siguen ahí, death punk cinco estrellas ejecutado como si la vida les fuese en ello en donde la sombra de Velvete, Euroboy y Happy Tom (pero también de la Sonic Rendezvoz Band) se sigue notando en trallazos como el inicial «Not Anymore», «Too Late», «Neon Boy» o la explícita e irónica «Q.D.P.C.» haciendo un juego vocal muy chulo con esas iniciales je, je. También se dejan notar las ‘ramonadas’ caso de «Single Bed» o «Animal Love» o el gustillo por el garage como la pegadiza «Bitch City». No sigo más, esto hay que sentirlo sí o sí porque en estudio demuestran exactamente como son esta gente encima de un escenario…
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