Este documental, de visionado obligado para los auténticos fans del thrash metal, empieza con Kirk Hammett, guitarrista de Metallica, y no por casualidad. Además de fundar la banda Exodus desde los cimientos, fue uno de los principales agitadores y animadores de la escena del thrash metal de la Bahía de San Francisco. Hammett y otros músicos explican las dificultades y penurias que pasaron en la zona para conseguir material relacionado con las bandas del rock más duro de los setenta, como Diamond Head. El carteo nacional e internacional ayudaría a la difusión de maquetas de rock cada vez más radical, siendo éstas grabadas, con más o menos calidad, en actuaciones en directo.
Lo mismo les ocurría a Lars Ulrich y James Hetfield en Los Ángeles, quienes interesados en fichar al bajista Cliff Burton, por aquél entonces en la banda Trauma, se mudaron a la Bahía ya que ésta era condición sine qua non de Burton. Y menos mal, puesto que Metallica pasó a ser, sin duda, la banda estandarte de la escena thrash y pondría a la Bahía de San Francisco en el mapa del metal. Un momento crucial para el movimiento, y para la cinta en sí, es la desaparición de dos personalidades imprescindibles en la escena: el bajista Cliff Burton (Metallica), fallecido en un accidente de tráfico en la gira de la banda en Suecia; y la forzada marcha de los escenarios del vocalista Paul Baloff (Exodus). No sólo por lo queridos que eran en la escena, sino por su valor en dichas bandas y, sobre todo, porque sus muertes alertaban de los peligros del rock en una escena compuesta mayoritariamente por adolescentes temerarios.
Aunque la cinta se recrea en la importancia de Metallica en la escena thrash metal, el documental no se estanca ahí y dedica su tiempo a otras bandas como Exodus, Testament, Megadeth y Anthrax, para luego introducir las dos generaciones posteriores de thrash metal en la Bahía de San Francisco.
A través de los testimonios de músicos de Megadeth, Testament, Anthrax, Exodus, Metallica, Slayer, Possessed, Vio-lence y Death Angel, así como de amistades, exparejas y productores, también se recuerda la importancia que tenía la crudeza y la naturalidad musical (y vital) para esta peculiar tribu urbana. Rechazaban la artificialidad, el maquillaje y la peluquería, de modo que cometieron alguna que otra atrocidad con aquellos que se atrevieran a presentarse en el local Ruthie’s Inn, sede del thrash, vestidos como miembros de Mötley Crüe o Bon Jovi. Bajo el lema Posers must die! (¡Muerte a los posers!), les rompían las camisetas de estas bandas a trizas, se les daba papel higiénico para que se desmaquillaran y, si eran avistados por personajes como Paul Baloff, eran incluso agredidos físicamente.
Murder in the front row, que parece haber pasado desapercibido en el panorama del documental musical, es en realidad el resultado de una ardua tarea de investigación del movimiento, sus causas e integrantes. Esta divertida cinta es imprescindible para los fans y muy interesante para los desconocedores o no tan seguidores del thrash metal.
https://www.youtube.com/watch?v=JImsHFVztGI
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