¿No os pasa a veces que os engancháis a una banda aunque no sea exactamente del género que sueles escuchar? Pues eso mismo me pasa con este combo de Portland, desde la primera escucha me tienen atrapado. Y este 2019 han editado este genial artefacto, que muestra todas sus virtudes, que mantiene ese je ne sais quoi que me tiene enganchado.
Siete músicos, todos utilizando cuerdas, pero que nunca te hacen perder el ritmo por falta de batería, es más, el ritmo es adictivo y pegadizo. Parten del folk, pero no dejan atrás el rag time, ni escatiman usar el country, una de esas siete cuerdas es un violín que unifica todo. Todo ello lo cimentan bien con una vena punk que hace que la mezcla quede bien armada, y no sea lineal ni suene oxidada. A veces te ves en New Orleans, y otras te transportan a esa escena de punk folk americano tan undergrond. En gran parte, la responsabilidad de que toda esta cantidad de influencias quede compacta reside en la maravillosa Libby Lux, que es tan capaz de sonar so sweet and very hard en la misma estrofa de la canción, y que no te suene artificial, she has the mojo.
Un sonido propio, una manera de hacer las cosas que en cuanto te habitúas a ellos, los identificas a la primera escucha, tanto si es propio como versión. Lo cual, si bien puede parecer previsible, les otorga el don de saber lo que quieren hacer, y que además lo hacen de manera genial. Podría profundizar en los temas que forman estos maravillosos 29 minutos, (vaya, además dura lo justo para querer mas), pero cualquier cosa serviría para reseñar cualquiera de sus lanzamientos. Si, no evolucionan, pero lo que ofrecen lo tienen controlado y te hacen querer más de ellos.
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