Seguimos con esta necesidad de ‘back to the basics’ de esta semana que empezó con los Something Ferocious, continuó con los Carsex que también estoy vertiendo en Criaturas Salvajes con el post versado en Samantha Fish del día de ayer. Me lo pide el cuerpo (y la mente) y no me voy a resistir lo más mínimo, más bien lo contrario, me encanta dejarme llevar por el rock’n’roll más primigenio y por los ritmos más primitivos y extremos.
La opción de hoy va de garage, ¡¡¡pero de garage 18 kilates!!! porque la monstruosidad de disco que se han marcado los canadienses de Vancouver, The Bad Beats, me ha sido imposible dejarla pasar desde que hace dos semanas mi camarada y colega Bernardo de Andrés me puso sobre la pista de los protagonistas de hoy en su sección ‘Domingo de Reseñas y Novedades’. Gracias Mr. B!, ¡menudo descubrimiento!…
Y es que su segundo LP, Off The Hook (2019) es una jodida pasada. Comienza catando esto mientras observas todos los detalles de su excepcional ‘album cover’ (amplia imagen) para que veas que esto va muuuuuy en serio…
La banda está formada por un tremebundo frontman como Cam Alexander, una mala bestia a los vocales (e imagino que en directo debe serlo más) que junto con Adam Payne (guitar), Derek McDonald (keys), Michael Nathanson (drums) y Troy Zak (bass) están obsesionados desde su gestación entre 2013/14 en recrear el garage más caliente e incendiario que ya facturaban los Lyres, Cynics o The Creeps con unas acometidas vocales e instrumentales bestiales y con pequeñas dosis de punk rock en «Friday Night» (¡vaya harmónica!) y high energy, sin ir más lejos, en el corte de arriba, «Don’t Mean Nothing», teniendo cierto resabor sueco y action rock. Pero aquí el grueso del pelotón viene cortado por el patrón más excesivo del garage 60’s conteniendo tonadas adrenalíticas como el henchido «Ain’t No Friend Of Mine», «Too Bad» (¡esa harmónica de nuevo!) o «Inside Looking Out» en donde lo flipas con la intensidad vocal de Mr. Alexander, la poderosa presencia de los teclados y los punteos energéticos e incesantes de las guitarras. Hay también temas más garage pop, caso del divertido «Off The Hook», o cortes en donde los saxos hacen acto de presencia como en la instrumental «Gooseback Machine». No creo que deba seguir citando más tracks, el disco de los canadienses es adictivo hasta decir basta de cabo a rabo, sin duda, es de esos de los que cuando llegas al último corte necesitas volver a darle al Play de inmediato para seguir sintiendo como la adrenalina sigue generándose una vez más gracias al Rock & Roll y el Garage más abrasivo…
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