Jason Reitman es un director que me suele interesar. Films como Up in The air, Juno o Gracias por fumar me parecen atractivos ejercicios de ironía que denotan una necesaria y ácida mirada hacia la sociedad actual. Especialmente mordaces son los guiones de Diablo Cody, stripper reconvertida en guionista de éxito, quien ya formó tándem con Reitman en Juno, guión por el que ganó el Oscar. También colaboraron en Young adult, también interpretada por Charlize Theron. Ahora los tres coinciden nuevamente en Tully. Esta vez Diablo se centra en los sinsabores de la maternidad, aspecto mitificado que aquí se muestra en toda su crudeza. Por mucho que la sociedad y la religión hagan apología de la maternidad, la realidad suele ser muy distinta.
La frustración de la maternidad suele ser ocultada por el miedo a ser catalogada como una mala madre, sin embargo, no podemos negar que no es un camino de rosas. De eso va Tully, de cómo una mujer se anula como persona al tener hijos y cómo sus relaciones se resienten a todos los niveles. La incomunicación con su marido, más interesado en los videojuegos, es otro punto clave del drama de esta protagonista. Tampoco conviene olvidarse del paso de la edad y el aumento de peso. Eso que se llama crisis de los 40 y que pocas veces se ha tratado en mujeres. Supongo que Diablo Cody ha plasmado bastantes experiencias personales en su guión. Un guión que me ha parecido muy interesante por lo realista y desmitificador que resulta. Pero un guión así precisa de una actriz que sea capaz de transmitir todo por lo que pasa su personaje. Y ahí es cuando debemos hablar de esa fenomenal actriz que es Charlize Theron. No contenta con ser una de las mujeres más atractivas del momento, Theron se ha empeñado en demostrarnos que es capaz de afrontar cualquier tipo de personaje aunque para ello deba de transformarse y perder buena parte de su belleza. No le importa dejar de tener un físico perfecto si el personaje lo requiere, es más, parece sentirse cómoda en estos papeles, sirva de ejemplo la citada Monster o Mad Max: Fury road. Incluso se ha aficionado al cine de acción (Atomic blonde , la saga de Fast & Furious) demostrando ser una actriz todo terreno y mucho más que una cara bonita. Si Charlize Theron ya ganó un Oscar por su interpretación en Monster, en Tully está todavía mejor. Ahora no ha precisado de tanto maquillaje y ha optado por la vía DeNiro, es decir: engordó 22 kilos para encarnar a su personaje. Más allá del aumento de peso, Charlize Theron está perfecta. Apuesto por ella nuevamente para el Oscar a mejor actriz.
El guión de Diablo Cody, la ironía de Reitman y la interpretación de Theron son un tridente ganador.
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